Estoy en un parque, son más de las doce de la noche y estoy con la polla fuera esperando que aparezca alguien interesante.
Me masturbo mientras tanto y disfruto de estar al aire libre. En mi casa ya estaba agobiado. Me apoyo en un árbol y me dejo llevar por el gusto que me da meter un dedo por el prepucio y acariciarme el glande. Continuo hasta que en unos minutos oigo pasos. Me despego del árbol y miro. Alguien se acerca; no se ve bien, pero viene directo.
Hola.
Hola.
Me la agarra y me la descapulla; suelto un gemido y suelta una risa. Le miro; parece un tío majo, al menos lo que aparenta; puede que sea un psicópata y me la corta aquí mismo. Salgo de mis malos pensamientos y le miro bien. Debe tener como yo los treinta, lleva un pendiente negro en forma de estrella muy mono. Es de complexión delgada, me mola, son los que más pollón suelen tener.
Continúa pajeándome y yo busco su cremallera. Me cuesta un poco, pero con su ayuda lo consigo. Se la saco y me quedo maravillado de lo que abarca en mi mano y aún está solo media morcillona. Mi ano se contrae y relaja, deseoso de que esta noche le peten lo más grande.
Continuamos pajeando al otro y mirándonos con timidez. Por fin se decide, porque si es por mí, aún podemos estar allí horas agarrándonos el rabo, y se agacha y, bajándomelo todo hasta las rodillas, se acerca a mis huevos y se los mete en la boca. De la impresión doy un respingo y, gracias a él, que me agarra por el culo, no me caigo para atrás. Me tiene la polla cogida y puesta bien hacia arriba mientras me come los huevos. Y no es que no me mole, pero que me dé la vuelta y que me coma el culo me gusta más.
Por fin los suelta y se engancha a mi polla. Me baja demasiado el prepucio y me molesta un poco, sé que la saca de la boca y me pide perdón. Es normal, no conocemos la anatomía del otro y tal vez, bueno, no, no nos va a dar tiempo a conocerla.
No me gusta agarrar la cabeza del otro mientras me la chupan, igual que no me mola que me lo hagan a mí, pero nunca sabes si a este nuevo conocido le mola o no. Paso de ello y me pellizco un pezón. Suelto una pequeña lefada y él se amarra más y más. Si se cree que me voy a correr, ya lo lleva claro. Me chupo un dedo y lo llevo directo a mi ojete. Mientras él me la continúa comiendo, yo me meto el dedo hasta que se me seca y me lo vuelvo a chupar.
Se levanta y, bajándoselo todo, se pone frente a mí. Quiere que se la chupe. Pues se la chupo. Me agacho y me la meto en la boca; me mola, es muy gorda, tiene un toque de esas torcidas que a mi culo le van que ni pintado. Me la saco y me chupo varios dedos; en esa posición me mola metérmelos por el culo. Y es lo que hago; mientras se la chupo, agarrándosela con una mano, me trabajo el culo y me encanta. A él parece encantarle mi mamada porque no para de gemir y resoplar. Me vuelvo a chupar los dedos y me los vuelvo a meter. Dejo la cabeza quieta y dejo que me folle la boca, tampoco es de lo que más me mola, pero a él parece encantarle. Solo deseo que no se corra ya, si no, olvídate de que te folle, o sí.
No se ha corrido aún. Me levanto y, mirándolo, acerco nuestras pollas y las junto. Me mira embelesado y lo beso. Aún le falta práctica, pero no besa del todo mal, aunque demasiada lengua para mi gusto. Me separo un poco y, agarrándole del rabo, lo llevo hasta mi ano. Se separa un poco y, agachándose para coger algo, creo que me lo va a comer, pero no. Saca un condón y un bote de lubricante y, tras ponérselo, se acerca a mí y comienza a penetrarme.
Me agarra de los hombros con fuerza porque le está costando metérmela y no es culpa suya, sino mía. Si no me lo comen un poco, no me relajo del todo y me cuesta más meterme la polla que sea. Como no hemos hablado desde el “hola”, decido no decir nada. Por fin me la mete del todo y comienza a embestirme a un ritmo un poco extraño. Caigo en la cuenta de que no va a ser un buen polvo y me dejo llevar.
No sé cuánto tiempo llevamos, pero se me está haciendo muy largo. A él parece molarle mi culo porque me la mete y me la saca sin problema y no para de gemir y de decir “ay, Dios mío, qué gusto”. Me río porque si oyera mis pensamientos, se la bajaría de golpe.
Por fin me embiste rápido y como me mola, pero en menos de 10 segundos se corre y noto cómo sale de mí. Me incorporo y lo miro. Tiene cara de satisfecho, me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Se agacha y, poniendo su boca frente a mi rabo, sé lo que quiere y se lo voy a dar. Me la agarro y comienzo a masturbarme con fuerza, cierro los ojos y recuerdo a Mario un tío que me follaba como a mí me gusta. Me la agito más rápido y le doy con la polla en la cara. Se la meto y se la saco de la boca varias veces y por fin explosiono. Le lleno la boca de lefa y, sacándola, le lleno la cara. Me suele pasar que soy bastante lefero y no controlo. A veces me agobio por si en la boca les parece mucho, pero claro que se lo eché en toda la cara, pues también entiendo que les moleste. En este caso, el pavo parece molarle porque me la agarra y me hace una mamada increíble. Le quito la lefa de la cara con mi camiseta y, mirándome con mi polla en la cara, me sonríe y me dice:
Joder, qué lefada, me encanta.
Gracias, a veces pienso que es demasiado.
¿Qué va, tío...? Eres una puta manguera...
Bueno...
A quien no le mole, pues nada, pero a mí me ha flipado mucho, aunque ahora me pique el ojo, ja, ja, ja.
Y en ese momento, aunque el polvo hubiera sido una puta mierda, me moló él, su actitud y lo generoso que fue. Antes de subirnos la ropa, nos besamos. Unimos nuestros labios y nuestras pollas antes de decir adiós.
Ha sido un placer.
Igual.
Ciao.
Ciao.
Me voy a casa sintiendo vaciados mis huevos, mi mente y el culo un poco dilatado. Solo reflexiono en lavarme los dientes, meterme en la cama y meterme por el culo mi polla de plástico hasta que me corra sin tocarme. Recoger mi lefa, tragármela y echarme a dormir.
DULCES SUEÑOS, BELL@S.


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