14.10.23

Relato. Mi pueblo y tu, 11ª parte.

 



Domingo



El domingo paso sin más, por la mañana, tras desayunar con mis padres, nos fuimos al rastro. Estuvimos viendo todos los puestos y compramos algunas cosas. Al mediodía quedamos con unos amigos para cervezear y después a casa con mis padres para comer.


Sobre las 5 de la tarde.


  • Dos horas y te vas.- me dijo poniéndome cara de pena.

  • No quiero, aunque echo de menos mi casa.

  • Normal, sobre todo por la intimidad.

  • Esa la primera, pero la sentiré muy vacía sin ti.

  • Ohh...


Muchos besos.


  • Por cierto, para el fin de semana que viene si te ves muy agobiado por lo de estudiar y...

  • Noo… Está bien.

  • Bueno, pero que sepas que si no vinieras lo entendería.

  • Voy a estudiar a tope entre semana y el finde solo repasaré. Tengo mucho tema adelantado.

  • Me alegro mucho. Por cierto, después de los exámenes que planes tienes.

  • Pues había quedado con algún amigo para ir a la playa y poca cosa más.

  • Que guay la playa mola mucho.

  • Aunque le he dicho que este año no lo sé.

  • ¿Por?

  • Quiero estar contigo.

  • Te como la cara.


Más besos.


  • Puedes hacer las dos cosas.

  • ¿Cuándo tienes vacaciones?

  • Agosto.

  • ¿Tenías algún plan?

  • Pues investigar pozas nuevas, e ir únicamente donde haya agua.

  • Ja, ja, ja.

  • También tenía pensado comprarme una piscina no muy grande de estas que se pueden montar y desmontar y ponerla en el jardín.

  • Entonces ya no te mueves de allí.

  • Es la idea.

  • Iré a la playa una semana y luego si quieres me vengo contigo.

  • Claro que quiero.


Besos y cosquillas.


  • Perdona por decir eso, solo que no quiero agobiarte.

  • No me agobias y ya sabes que quiero que te vengas a vivir conmigo.

  • 6 meses desde septiembre.

  • Ya no queda nada.

  • Me da vértigo pensarlo.

  • ¿Venirte conmigo?.

  • No los cambios y la incertidumbre.

  • Los cambios siempre dan miedo. Iremos muy poco a poco y juntos solucionaremos lo que venga.

  • Te quiero.

  • Y yo a ti. Voy a ducharme, ¿vienes?


Salte de la cama y me fui tras él. Desnudos en la ducha, nos enjabonamos bien y no paramos hasta que metimos los dedos en el culo del otro. Sin parar de meter dos y tres dedos nos corrimos en nuestra mano y con la respiración agitada bajo el agua nos besamos y sonreímos.




Viernes



Daniel


Salgo de la biblioteca sobre las cinco de la tarde. Le dije a Marco que llegaría sobre las diez de la noche. Quería ir a casa y estudiar un poco más. Tenía un montón adelantado, si me hubieran puesto los exámenes en ese momento los aprobaría fijo. La semana entre estudiar y hablar con Marco se me había pasado volando.


Comí algo y me encerré en mi cuarto hasta las siete que tenía que ir a por el bus.


  • Salgo Marco. Tengo el cerebro a punto de explotar. Voy a escuchar música hasta que llegue. Te quiero.

  • Qué orgullosos estoy de ti. Descansa y desconecta en un rato, te veo, ¡que ganas¡! Te quiero!!!


Baje del bus y allí estaba. Marco llevaba un pantalón vaquero corto y una camiseta de manga larga roja que le quedaba de infarto. Vino corriendo hacia mí y me beso por toda la cara.


  • ¿Qué tal el viaje?

  • Muy...no sé ja, ja, ja, desconecte con la música, creo que ni veía por donde íbamos.

  • Ja, ja, ja, estás agotado. Vengo de estar con estos, si te apetece vamos, si no vamos a casa.

  • Si vamos con estos me apetece verlos y desconectar.

  • Un rato y luego a casa que te tengo algo preparado.

  • Uhmmm

  • Ja, ja, ja, anda, vamos salidos.

  • Salido yo... ja, ja, ja.


Me vino bien el rato con sus amigos, me olvidé de los exámenes y por poco tras tres cervezas me olvido de lo que había estudiado. Marco a las doce como buen amigo me ordeno ir a casa. Yo obediente le hice caso. Llegamos a casa y tras soltar todo y desnudarnos nos magreamos en el sofá.


  • Métemela Marco.

  • Uhmmm


Marco estaba comiéndome el ojete y estaba en el quinto cielo. No sé si era yo, las cervezas o que cada vez a Marco se le daba mejor lo de comerme el culo. Me hacía unas cosas que a punto estuve de correrme varias veces.


  • Toma.

  • ¿Qué es?

  • Léelo.

  • Son resultados de sangre.

  • Sí.

  • Todo negativo.

  • Pero...

  • Te quiero Daniel y estuve investigando y para follar sin condón debemos tener los dos las pruebas hechas, como quería que fuera una sorpresa, pues no te dije nada.

  • Joder esta semana no me da tiempo, pero...

  • Dani, que no corre prisa, cuando se pueda, tenemos toda la vida.

  • Toda la vida.


Marco se puso el condón y poniéndome de lado sobre el sofá con las piernas dobladas y el culo preparado me la metió.


Imagine que si la sensación con condón era alucinante no me quería imaginar como sería sin condón. Lo único que debíamos ser más limpios con el tema anal porque más de una vez había salido manchado de caca, cosa que es normal. Solo de pensarlo y sintiendo como me la metía me corrí un poco. Marco me miraba deliciosamente bello y me follaba a un ritmo evocador.


  • ¿Estás bien?.- me pregunto.

  • Si sí, solo pensaba en...ahhhh... lo que será hacerlo sin condón...

  • Ufffff, pues si ahora es una pasada ni me lo quiero imaginar, me corro de pensarlo, ahhhh...

  • Habrá que estar más aseado.

  • Ya si estado investigando luego te cuento... Ahhhh...asiii… Me vuelve loco cuando aprietas así el ano Dani.


Me molaba abrir y cerrar el ano. Cada embestida era diferente y para el era más gustoso.


A cuatro patas sentía sus embestidas con fuerza hasta que me dio varias y sentí como caía sobre mí y me besaba la espalda. Salió de mí y dándome la vuelta me puse a pajearme. Él aún con el rabo duro y goteando lefa tras sacarse el condón, la junto a la mía y pajee las dos. No tarde en correrme mientras gritábamos de placer.


  • Que bien sienta poder gritar, ja, ja, ja.

  • Es verdad, el otro día me follé yo mismo el culo y me pajee aquí mismo. Estaba haciéndolo en silencio hasta que me acordé y comencé a gemir de gusto.

  • Uhmmm.

  • Estás fatal.

  • Me gusta escucharte, sobre todo cuando hablas de masturbarte y meterte dedos.

  • Ja, ja, ja. ¿Te gusto la sorpresa?

  • Muy mucho, averiguaré como me la hago y en cuanto podamos...

  • Encontré una página de artículos para gais. Hay una especie como de peras que se llenan de agua templada para metértela por el culo y así limpiarlo.

  • Vaya es útil.

  • Aunque nosotros somos bastante limpios, nunca se sabe.

  • Si la verdad que solamente esa vez que saque el condón y te dije… Puajjjj…

  • Ja, ja, ja, hay que tomárselo así, follar por el culo es lo que tiene de normal, por ahí lo único que sale es mierda.

  • Ja, ja, ja.


Nos acostamos y después de muchos mimos caímos rendidos.


Sábado



No sé si fue por qué no estaba cansando, pero a las siete estaba en la cocina con un café y con el portátil. Me releí varios temas y me metí tan de lleno que ni me entere cuando bajo Marco.


  • Buenos días, madrugador.

  • Buenos días... Uhm...

  • ¿Qué?

  • Estás tan guapo así al despertarte, con los pelos desaliñados y con ese slip que te marca bien...

  • Ja, ja, ja.


Vino hacia mí corriendo y me placo, casi me caigo de la silla, pero por suerte dio tope con la nevera. Tras mirarlo con cara de “te mato”, se sentó sobre mí y me comió a besos.


  • ¿Tienes tiempo para un descanso?

  • Claro.


Se levantó y se quitó el slip y la camiseta. Se volvió a poner sobre mí y me beso. Pase mis manos por su espalda dibujando círculos y dejándome llevar por su lengua en mi boca. Coloque mis manos en sus nalgas y se las abrí. Mi polla contra la suya se rozaban y estaban pidiendo a gritos que las dejaran salir.


  • Marco... dios...


Le agarré de los muslos y haciendo fuerza levántenos a ambos de la silla. Lo llevé hasta el sofá donde lo deje con cuidado para después quitarme la ropa. Volví abrazarlo y le besé el cuello. Sus gemidos ahogados retumbaban en mis oídos, mi lengua continúa bajando y se quedó en uno de sus pezones. Se lo mordí y se lo lamí hasta que estuvo lo suficiente rojo. Lo miré a la cara y no pude más que suspirar y no dejar de mirarlo mientras

se bajaba y con su rabo en la mano le miraba y me daba con ella sobre la lengua.


  • Eres malo...ahhhh...

  • Yoooo...


Sé, la agarre con fuerza y se la descapulle del todo. Comencé a mamársela desde arriba hasta bien abajo y aunque ya me había acostumbrado a su tamaño, aún me daban arcadas. Se la sujetaba mientras le besaba el frenillo y le miraba.


  • ¿Qué piensas?.- le pregunte.

  • Que el día que te la meta sin condón me voy a correr en breve...

  • Creo que ya somos dos…

  • Y también pensaba en lo bien que la comes...

  • Ja, ja, ja... te gusta esto...


Baje desde sus huevos con la lengua para después volver a subir y quedarme en su glande. No apartábamos la mirada el uno del otro. Le escupí sobre la polla y comencé a pajearlo. Le cambio la expresión y se le puso una cara que estaba a punto de mordérsela.


  • Sabes que te pones muy muy, pero que muy guapo cuando te masturbo...

  • Ahhhh... calla... ja, ja, ja...


Se tapó la cara con ambas manos mientras con su cuerpo se contoneaba para mí.


Yo me masturbaba al igual que a él, la tenía bien dura, me di la vuelta y encontré lo que quería. Me coloqué el condón y poniéndome un poco de lubricante, le subí las piernas y la coloqué en su agujero.


  • Te dilato antes un poco.

  • No tira, estoy muy cerdo, métemela...


Me reí de lo que estaba muy cerdo porque yo me sentía igual. Le besé las piernas mientras me adentraba en él con mi polla. Cada vez teníamos el camino más manejable y menos estrecho. Una vez toda dentro le agarré un pie y me metí varios de sus dedos en la boca. Comencé a follármelo mientras me comía sus dedos y él gemía y gritaba sin parar de meneársela.


  • Dios Marco...

  • Estoy para volver a dormir, ja, ja, ja.

  • Esto se nos da cada vez mejor o es cosa mía.

  • Se nos da mejor sí.

  • Además, cada vez me cuesta menos meterla ha sido como entrar sin dificultades.

  • No me dolió nada, al contrario, como ya sé lo que entra, he conseguido como relajar justo esa parte, aunque el resto este bien duros.

  • Ja, ja, ja. Anda ven y vamos a la ducha.

  • Uhmmm...


Por supuesto que en la ducha nos volvimos a magrear y volvimos a corrernos en la boca del otro. Después bajamos y tras desayunar yo me quede estudiando y Marco se fue a comprar.


El día paso y cuando nos quisimos dar cuenta eran las diez de la noche.









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