20.1.24

RelAtO. IsAaC.




 No sé vosotros, pero yo no creo en el amor. Desde que salí del armario con 18 años nunca me he enamorado de nadie y creo que no me hace falta. Ahora con casi treinta soy capaz de disfrutar del sexo y de tener compañeros para practicarlo de manera regular y satisfactoria. Aunque siempre está la típica gente y sobre todo la familia de uno que le preguntan si algún día voy a tener pareja y por qué no la busco y me dejo de pegar polvos sin más. Bueno, referente a esto, es mi vida y he decidido que así soy feliz, y punto.


Pero la vida a veces te hace cambiar de opinión.



JUNIO DE 2010


Me voy de vacaciones solo a un hotel que está cerca de Almería. Me han hablado muy bien de la zona y sobre todo del Cabo de gata y me apetecía conocerlo.


El primer día tras el viaje y las ganas de no hacer nada hice exactamente eso, nada. Literalmente me pasé lo que quedaba de día tirado en una tumbona, tomando el sol y bañándome cuando el sol apretaba y me sentía crujir la piel.


Al día siguiente teníamos una excursión organizada a un Parque temático donde se hizo famoso en todo el mundo por haberse convertido en el lugar de rodaje de numerosas películas westerns de Hollywood. Me monté en el autobús y un chico comenzó a hablar contándonos un poco lo que íbamos a ver y lo que se podía y no hacer allí. No le preste mucha atención la verdad, me puse mis auriculares y estaba de lo más feliz de no tener que conducir.


El recorrido fue de lo más interesante y el joven guía un caramelito. Y no un caramelito tal cual, sino un buen macho, tenía el pelo rubio y unos ojos verdes que cuando te miraba te traspasaba el alma. Su tez era clara y suave y sin pelo alguno de barba. Todo el mundo le preguntaba según íbamos caminando, pero yo, aunque tenía varias preguntas que mi abuelo me había dejado pedidas y apuntadas en el móvil, no era capaz de mirar a otro lado que no fueran sus ojos.


Nos dejaron vía libre para descansar y cuando me quise dar cuenta lo tenía a mi lado.


  • Hola.

  • Hola.

  • ¿Te está gustando la visita?

  • Mucho.

  • No lo parece.

  • ¿Por?

  • Sentía tus ojos clavados en mi cara.


Me puse rojo en un momento.


  • Yo...

  • Es broma, ja, ja, ja.


Además de encantador, guapo y ser un caramelito tenía sentido del humor.


  • Por cierto, puedo hacerte algunas preguntas.

  • Tírale.


Saque el móvil y le fue preguntando mientras él me contestaba a todo.


  • Muchas gracias, mi abuelo se va a poner muy contento.

  • De nada.

  • ¿Alguna pregunta más?

  • Si, tú que eres de aquí, conoces alguna playa naturista que me puedas recomendar.

  • Claro, mañana a las ocho y media te espero en la puerta del hotel.

  • ¿Cómo?

  • No me falles.


Se levanta y me deja allí con la boca abierta y sin poder dejar de mirarle el culo.



9 DÍAS PARA IRME


Me levanto sobre las siete más empalmado que cuando tenía quince años. Me la agarro mientras cerrando los ojos visualizo su cara y su culo tan bien puesto en ese vaquero corto. Acelero un poco y siento enseguida llegar el orgasmo que me hace llenarme de lefa hasta la cara. Me la recojo con el dedo y la chupo. La saboreo mientras me levanto y me enciendo un cigarro en la terraza. Por suerte se puede fumar y además no tengo vecinos enfrente, así que voy desnudo todo lo que puedo.


Disfruto de haber descargado mis huevos y del tabaco pasando por mi garganta. Miro la hora y corriendo voy al aseo. Me ducho enseguida y bajo a desayunar. Son las ocho y cuarto, subo a la habitación a coger la toalla, la crema y los escarpines. Bajo y me planto en la puerta del hotel. De pronto siento que estoy nervioso.


  • Hola, buenos días.


Me dice el chaval desde una furgoneta cámper. Me acerco y abriendo la puerta subo y me asiento.


  • ¿Preparado?

  • Sí.


Pasa su mano por mi pierna y después agarrando el volante acelera.


Conduce de maravilla, además pone música que conozco, es de agradecer. Durante todo el camino hemos hablado poco, sí que me iba comentando por donde íbamos y como se llamaban los sitios y poco más. Aparcamos en un descampado y al fondo se veía una playa enorme rodeada de monte.


Bajamos todas las cosas y buscamos un sitio tranquilo. Lo primero que hace Isaac es desnudarse, después agarra la sombrilla y busca donde ponerla. Se agacha para meter la cosa esa donde luego va metida el palo donde se engancha la sombrilla y está con la polla y los huevos colgándole de una manera de lo más erótica. Me doy la vuelta y me desnudo también. Coloco un poco las cosas y cuando me doy cuenta lo tengo de pie enfrente mía mirándome.


  • Te empalmaste.- me dice mirándomela.


Me doy la vuelta de la vergüenza.


  • Tranquilo, yo también, mira.


Me vuelvo a dar la vuelta y se la veo toda tiesa y perfecta.


  • Vaya dos, ja, ja, ja.

  • Sí, ja, ja, ja.

  • Me mola ir desnudo, pero cuando te he visto...

  • Tranquilo, yo me empalmo siempre, ya es un ritual. Mira poco a poco se relaja y ya.

  • Qué suerte a la mía le cuesta un poco más.

  • Pues la dejamos tranquila. Agarra de ahí.


Colocamos las toallas y dejamos todo lo de comer y beber en la sombra.


  • Ves ya se te bajo.

  • Menos mal.

  • Aunque esté relajada se ve enorme.

  • Bueno… Ya sabes, es más de carne.

  • ¿Cómo?

  • Pues que hay una teoría, que no sé si es cierta o no, pero dice que hay pollas de carne que en reposo se ven grandes y luego cundo se empalman, no crecen tanto. En cambio, las de sangre se ven más pequeñas en reposo, pero al empalmarse son más grandes.

  • Anda ni idea. La mía será de sangre entonces, porque al lado de la tuya es más pequeña.


Se acerca y se pone muy muy cerca.


  • ¿Puedo?

  • Claro.


Agarra mi polla y la compara con la suya. Me quedo fijo mirando como las sostiene y como poco a poco se van empalmando de nuevo.


  • Si la mía es de sangre.- me dice tan tranquilo.


Se separa y se tumba boca arriba en la toalla. Yo me quedo un poco perplejo con la polla dura.


  • Ven túmbate.- me dice.


Le obedezco y me tumbo a su lado pero mirándolo a él.


  • ¿Estás bien?

  • Bueno...


Miro hacia mi polla.


  • Joder.


Acerca de nuevo la suya a la mía y agarrándolas juntas comienza a pajearnos. No quitamos la mirada de nuestras pollas hasta que siento como me viene el orgasmo. Comienzo a soltar lefa en su mano y él no para de pajearnos. Con mi lefa por todos lados él se agita y comienza a soltar más lefa aún. Nos miramos por un mini segundo y nos ruborizamos. Isaac para y yo sin moverme mucho busco algo para limpiarnos. Agarro mi camiseta y nos limpió. Después nos quedamos los dos de lado mirándonos y sin decir nada.


Al cabo del rato, sin dejar de observarnos, lleva su mano a mi mejilla y me la acaricia para después levantarse e irse al agua. Yo me quedo allí perplejo y asombrado con la polla medio morcillona y aun con semen. Me incorporo y lo veo nadando. Se gira y me hace con la mano señal de que vaya. Me levanto y le alcanzo enseguida.


  • Madre mía, está increíblemente transparente.- le digo asombrado.

  • Es una maravilla. Ven que te voy a llevar a un sitio.


Comienza a nadar y lo sigo de cerca. Se acerca a una zona donde hay rocas y comienza a trepar sobre ellas. Le sigo y cuando estoy un poco más alto que él se acerca y me agarra la polla. Me comienza a masturbar y enseguida la tengo de nuevo dura. Me mira sonriente y se la mete en la boca mientras se masturba. Me hace una mamada que no puedo describir con palabras y siento como se corre por todas las rocas y yo de verlo también justo a tiempo de sacar su boca.


  • Te sabe increíble.


Sube y mirándome fijamente se acerca y me besa. Después se da la vuelta y se tira al agua. Yo de nuevo absorto allí con la polla dura y chorreante mientras el sol acaricia mi piel salada. Ya van tres corridas hoy y no son ni las doce. Sonrió y le veo nadando y dándose la vuelta para buscarme. Me lanzo al agua y nado hacia él. Cuando lo pillo ya nos llega el agua por la cintura. Lo abrazo por detrás y le beso en el cuello. Él se gira como pez en el agua y cara a cara me besa.


  • Eres...


Se queda callado y me mira.


  • Un verdadero descubrimiento.- me dice abrazándome con fuerza.

  • Y tú también.- le digo abrazándolo más fuerte aún.


En aquel momento allí los dos abrazados firmamos algo más poderoso que cualquier papel.


Isaac entra a trabajar a las cuatro, así que nos quedamos en la playa hasta las dos. Recogimos todo y fuimos a la furgoneta. La vuelta fue muy divertida poniendo canciones que nos gustaban en Spotify y charlando sobre películas.


  • ¿Cenamos juntos?

  • Claro.

  • Yo llegaré ocho y media, nueve menos cuarto.

  • Hazme una perdida y te veo en la puerta.- le dije dándole un pico.




PeCtOrAlEs