9.4.22

RelATo. Masaje-paja.

 


Desde niño me había gustado dar masajes y que me los dieran, por supuesto. Con los años decidí hacer algún curso y termine haciendo la carrera de Fisioterapia, tuve la suerte de poder alquilarme un local y trabajar para mí, la cosa funciono bien al principio, hasta que se estancó un poco la cosa y casi estuve a punto de cerrar.


Un día vino a darse un masaje, una folla migo y tras la sesión de masaje, entre una cosa y otra, le terminé pajeando y me dijo:


  • Joder tío, deberías cobrar también por esto, que putas manos tienes.

  • Ya claro, lo que me faltaba, cobrar por sexo.

  • Oye mientras sea consentido.

  • Ya, pero y sí....

  • Tío, estás soltero, eres un cachorro buenorro, tienes unas manos increíbles, esto no es que te vaya de maravilla, por desgracia, mira opciones.

  • No sé...

  • Por ser tu primer masaje-paja te daré veinte euros más, a ver si te animas.


Tras decirme eso y pagarme, me agarro la mano y tras desnudarme por completo, me hizo una mamada que me hizo olvidar todo por unos momentos.


Debía tomar decisiones, no podía gastar más pasta en publicidad y decidí ver como me iría por el tema de las pajas, coloque varios anuncios en páginas y organice el local para solo tener esas sesiones a última hora de lunes a viernes. La primera semana no llamo nadie ni reservo por la web, decidí ir a hablar con el gestor y ver las opciones para cerrar, cuando veo que hay varias reservas para la semana siguiente a esas horas, mi cara era de alucine total.


Continué con mis masajes y el martes a las seis de la tarde tenía el primer masaje-paja, la verdad que estaba nervioso, pero tras tomarme un par de tilas, me relaje y afronte la situación.


  • Hola, buenos días, soy Raúl, tenía cita a las seis.

  • Hola, Roberto, pasa conmigo.- le dije mientras observaba su aspecto.

  • Gracias.

  • Desnúdate y deja todo en esa silla, túmbate boca abajo y en unos minutos entro.

  • Vale.


Sería un hombre de unos cuarenta años, de cara era bastante risueño y atractivo, de cuerpo no se le veía mal, espere y entre.


  • ¿Te has hecho algún masaje alguna vez?

  • Si, alguno.

  • ¿Qué parte crees que necesitas más trabajar?

  • Cuello, espalda y lumbares.

  • Vale, gracias.


Como en todos los masajes que daba, coloque una luz suave, puse música relajante y con bien de aceite en mis manos comencé a trabajar su espalda, la verdad que la tenía bastante cargada, durante más de treinta minutos le di una caña importante, baje la toalla un poco y masajee su culo.


  • La espalda la tenías bastante agarrotada, luego te digo cosas, ahora date la vuelta y terminamos.

  • Claro.


Se dio la vuelta y su rabo aun relajado se veía hermoso, tenía mucho vello, tenía pinta de que nunca se había preocupado en la estética de esa parte, y me gusto, sus huevos tenían unos pelos largos y su prepucio era bastante gordo, le mire y estaba con los ojos cerrados, con las manos llenas de aceite sujete su pene aun en reposo y lo descapulle, embadurne su glande de aceite y estirando de sus huevos, poco a poco se fue empalmando, y vaya si lo hizo, nunca hay que fiarse de lo que no se ve, de repente tenía un rabaco entre las manos increíble, mi rabo comenzó a palpitar y, sino fuera porque era lo que era, me hubiera enganchado como un bebe de pecho a esa maravilla.


  • Buen rabo.- le dije sin pensarlo.

  • Gracias.- me dijo abriendo un poco los ojos y mirándome con cara de tierra tragarme.


No tenía a nadie a las siete, así que me concentre en su rabo y le masajee hasta la ingle, al principio se le veía contenido, hasta que le dije que se tranquilizara y que no nos podía oír nadie, entonces sus gemidos se fueron ampliando, hasta que con sus huevos en una mano y con la otra haciéndole una paja bien rápida, que parecía que me lo estuviera follando, se ha corrido sobre mi mano y su vientre, él gemía de placer y se retorcía cada vez que bajaba y subía mi mano de su miembro.


  • Espera un segundo, no te muevas.


Cogí una palangana con agua y gel con olor a coco y le lavé bien el rabo, los huevos, la ingle y el vientre.


  • Así te vas como nuevo.


Le dejé solo para que se vistiera y me fui a la recepción, al cabo de unos cinco minutos apareció.


  • Ha sido increíble.

  • ¿De verdad?

  • Hablas en serio, tienes unas manos que da gusto sentirlas.

  • Pues, muchas gracias, de verdad.

  • A ti, a ti, volveré y te recomendaré.

  • Jooo, de verdad...

  • Vamos que si te recomendare....

  • No sabes como te lo agradezco, mira he hecho estas tarjetas, tienen 10 casillas, te sello esta y otra de regalo y a la décima tienes uno gratis.

  • Pero... en serio...

  • Sí, has sido mi primer cliente de masaje-paja y ha sido todo un placer.

  • Mil gracias, te reservo pronto.

  • Vale, hasta pronto.

  • Hasta pronto.


Llame a mi colega el que me dio la idea y tras contarle por teléfono todo lo que me había pasado, le puse tan cachondo que termino en mi casa pasando la noche y follando como locos.


Pasaban los días y cada vez tenía más masaje-paja, llego un momento que tenía todas las tardes reservadas. Además de la web que también venía gente, la mayoría fue por el boca a boca. Por mis manos pasaron todo tipo de tíos, sus pollas eran desde finas hasta bien gordas, que hasta tuve que masturbarlo con ambas manos. No cabía en mí de alegría y se notaba en mi entorno. El negocio funcionaba y no solo con los masaje-paja, sino que también por las mañanas comencé a realizar más masajes de fisioterapeuta.


Habían pasado dos meses desde mi primer cliente y ya estaba dando cita para dos semanas. Contrate a un recepcionista para que me ayudara y cada vez estaba más y más contento.


  • Vaya que gusto da ver que te ha ido bien Roberto.

  • ¡Raúl¡Que gusto verte, no sabía que eras mi próximo cliente! Pasa... pasa...

  • Se te ve muy contento.

  • Como para no estarlo, tengo trabajo y además a la gente le gusta y vuelve.

  • Aunque me ha costado más de dos semanas conseguir cita.

  • Lo se lo siento.

  • No pasa nada. Por cierto menudo bombón que has contratado pillin...

  • Ja, ja, ja. Te iba a decir que te desnudaras y que ahora venía, pero como ya lo estás comienzo.

  • Necesito tus manos y no solo en mi polla sino en las dorsales que me están matando.

  • Date la vuelta y desconecta.

  • Prometido.


Fue un placer volver a verle y sobre todo tocarlo. Su espalda me molaba aunque estaba tan duro que me costaba meterle los dedos. Donde no me costó y me pidió que lo hiciera, fue en su culo. Tras manosearlo se abrió de piernas y terminé metiéndole un par de dedos. Su erección era evidente, pero aún no era el momento. Le pedí que se diera la vuelta y su maravilloso rabo se dejó ver. Aun así me concentre en sus muslos y termine en sus pies. En los quince minutos que estuve haciéndole piernas su rabo no se bajó en ningún momento. Yo lo miraba palpitar y me ponía enfermo. Sus pies eran rugosos pero muy limpios y aseados. Le hubiera dado un mordisco si no hubiera estado fuera de lugar.


  • Vaya veo que aguantas bien.

  • No sabes cuanto, aunque creo que estoy tan cachondo que me correré pronto.

  • Entonces iré lentamente.


Le eche aceite sobre la polla y agarrándosela le comencé a masturbar. Sus gemidos comenzaron y hasta mi rabo palpitaba de ilusión. Sé la agarre bien de abajo dejándole el glande bien descubierto y con la otra mano muy lentamente le iba acariciando el glande. Cada vez lo tenía más gordo y yo sudaba hasta por el ojete. Le solté de la base y agarrándole de los huevos le masturbe con la otra mano, bien desde arriba abajo, hasta que unos buenos chorros de lefa fueron disparados hacia arriba para después caer sobre mis manos, su cuerpo...


  • Joder... pienso que eres el único que me hace correrme así...

  • Pues que pena.

  • La verdad que sí.

  • Perdona no debí decir eso.

  • Tienes razón, no te disculpes.


Aún tenía su rabo en la mano y él incorporándose me miraba como no podía dejar de manoseársela.


  • A ella también le gustas.

  • Perdona ya …


Me puse colorado y me fui a por la palangana. Le limpié bien y casi sin mirarlo me iba a salir cuando sentí como me agarraba del brazo.




  • Roberto.

  • Dime.

  • ¿Te gustaría tomarte algo conmigo?

  • Me encantaría.


Así desnudo frente a mí me sonrió y dándose la vuelta se fue a ponerse su ropa.


  • ¿Hoy terminas tarde?

  • Me queda uno y termino.

  • Pues me doy un voltio y paso a buscarte.

  • Genial.


Me quede allí embobado mientras él salía a pagar y a darse una vuelta. Que acababa de pasar, tenía una cita y me estaba poniendo muy muy pero que muy cachondo. Llevaba meses tocando pollas, pero hacía más de un mes que no follaba. Y no era porque no me hubiera pedido más de uno que saliera o incluso me dijeron que si me la podían hacer a mí. Recogí la sala y tras pasar por el baño a recolocarme la polla y mojarme la cara fui a por mi siguiente cliente.


Termine a mi hora y cuando salí a la recepción allí estaba.


  • Óscar, gracias puedes irte.

  • Gracias mañana más.

  • Y mejor. Descansa.

  • Hago caja y nos vamos.

  • Vale.


Termine y tras cerrar el local nos quedamos uno enfrente del otro mirándonos.


  • Ya no soy un cliente.

  • Tengo hambre, pero me apetece mucho más follar contigo.

  • Ja, ja, ja así me gusta directo.

  • Me he pasado lo siento.

  • Tranquilo estoy deseando que me folles aún siento el aceite en mi culo.


Se acercó a mí y tras besarme fue a mi cuello y me puso hipercachondo.


  • Anda vamos que si no terminaremos follando aquí mismo, Ja, ja, ja.


No vivía lejos, así que fuimos a mi casa. No entramos de manera convencional sino dándonos con todo y quitándonos la ropa a cada paso. Lo llevé hasta el cuarto y nos tiramos a la cama. Nos revolcamos mientras nuestras manos acariciaban al otro con ansia. Nuestros labios besaban y lamían la boca del otro. Tras encontrar su ano me quede allí y él me abrió aún más su culo. Le pedí que se diera la vuelta y poniéndome bajo su culo entre sus piernas, me lance de lleno a comérselo. Sabía a una mezcla de mis aceites y a culo embriagador. Todo lleno de pelo me ponía muchísimo. Aunque es un poco coñazo por el tema de que termina al final con uno en la boca, pero no me importa. Pareció gustarle porque gemía igual que cuando le hacía las pajas. Se lo abrí como pude y cada vez le metía más la lengua. Con mis dedos sé o trabajé hasta que suplicándome me pidió que le follara. Salte sobre él hasta la mesilla y sacando un condón me lo coloque. Le pedí que se diese la vuelta y con sus piernas sobre mis hombros le comencé a penetrar.


  • Santo dios que pollón...

  • Ufffff y tú que culo.... voy a tener que ir lentamente si no me correré en breve.

  • Me gusta lento.

Y así lo hice, cuando ya la tenía toda metida la fui sacando y metiendo con mucho cuidado. Acaricie sus piernas y bese sus pies. Cada vez que se la metía del todo mi cuerpo explosionaba en una ola de calor y éxtasis. Él agarrándose la polla se masturbaba al ritmo de mis embestidas. Baje sus piernas y me lance a comerle la boca. Después dejé caer mi cabeza sobre su hombro mientras lo follaba cada vez más rápido, sentía como mis huevos iban a la de tres a comenzar a correrse.


  • Bésame mientras te corres Roberto...


Busque sus labios y entre embestidas y gloria bese sus labios con ternura y ansia. El sudor brotaba de mi frente y caía sobre la suya también cubierta de una gran capa de sudor. Volví a caer sobre él y aun sin sacarla le bese el pecho. Entre la falta de aire volví a incorporarme sin salirme de él.


  • Ábreme las piernas y no la saques porfa.


Hice lo que me pidió y él agarrándosela comenzó a pajearse que era una locura verlo. Yo se la metía y se la sacaba pero muy muy poco. Raúl con velocidad y mordiéndose el labio inferior comenzó a correrse y a convulsionar de gusto. De verle la cara de placer, la cantidad de lefa que soltaba, la saque y quitándome el condón me comencé a masturbar hasta volver a correrme sobre su polla. Descojonados de risa y con falta de oxígeno nos pusimos de lado en la cama y nos abrazamos con fuerza mientras nuestros labios sellaban un comienzo de algo.




PeCtOrAlEs