24.9.22

Relato. Primos 3ª parte.

 



Al día siguiente mi padre estaba en el jardín arreglando las plantas. Me acerqué a él y me senté en el suelo junto a él.


  • Hola papa.

  • Hola hijo, ¿qué tal?

  • Bien. Quería contarte algo.

  • Dime.

  • Óscar y yo estamos saliendo juntos.

  • Vaya.

  • Sé que es algo que no te esperabas, pero ha surgido y nos hemos dejado llevar.

  • ¿Le quieres?

  • Mucho.

  • Se lo comenté a tu madre, supongo que por eso me lo cuentas. Llevaba días viéndoos de forma distinta, muy cariñosa.

  • ¿Te molesta?

  • No hijo no, solo que es raro verte junto a Óscar tan...

  • ¿Enamorados?

  • Sí.

  • Intentaremos ser más formales.

  • No hace falta, bueno, tampoco es que quiera estar viéndoos todo el día comiéndoos la boca. Aunque supongo que al principio es lo que apetece.

  • Así es.

  • Yo solo quiero verte feliz hijo.

  • Lo soy y mucho.

  • Me alegro hijo. Sabes que a Óscar lo quiero mucho.

  • Lo sé y él también a ti.

  • Voy a seguir.

  • Vale. Gracias papa.

  • A ti por contármelo.


Me acerqué a él y le di un beso en la cabeza. Levanto la cara y me miro sonriendo. Abrió los brazos y acanchándome lo abracé.


  • Te quiero hijo.


Volví a la casa y Óscar estaba en el sofá mirando el móvil.


  • ¿Qué tal?

  • Increíblemente bien.


Me puse sobre él y sentí su calor. Le miré a los ojos y agarrándole la cara lo besé.


  • Ojalá no tengamos que volver nunca.- le dije apoyando mi cabeza sobre su hombro.

  • Ya la verdad que aquí se está en la gloria.

  • Va a ser difícil volver al día a día.

  • No tanto estaré allí contigo.


Volví para mirarlo y lo besé. Nos abrazamos y poniéndonos uno a cada lado, después nos agarramos de la mano y sonreímos.


Las semanas pasaban volando. Óscar y yo cada vez éramos más y más cariñosos si se podía. Hasta mi madre nos soltó que éramos muy empalagosos. Cosa que nos hizo gracia y nos hizo arrimarnos más.


  • Óscar acabó de hablar con tu madre, vendrán este fin de semana.

  • Que bien tengo ganas de verles.

  • Ojalá que después de que les contéis lo vuestro sigan queriendo quedarse.

  • Eso ya dependerá de ellos.

  • Estaremos aquí con lo que pase hijo.


Mi madre se acercó a Óscar y como buena madre le dio un abrazo y le beso en la frente.


El día llego y estábamos nerviosos. Mis tíos no es que fueran malas personas ni nada de eso, pero sabíamos de sobra su manera de pensar sobre los homosexuales. Entraron con el coche y tras abrazarnos y dejar las cosas nos sentamos todos a la mesa a cenar.


  • ¿Qué tal el viaje?.- les pregunto mi madre.

  • Muy bien, con el aire en el coche se lleva bien.

  • Estamos muy contentos de que hayáis venido, tener a Óscar estas semanas ha sido un regalo.

  • ¿Se portó bien?.- pregunto mi tía.

  • Muy bien, nos ayuda mucho.


Mi tía miró a su hijo y le regalo una gran sonrisa. La cosa estaba calmada, pero faltaba poco para la tormenta. Terminamos de cenar y sacamos algo de beber y unos dulces que habían traído. Óscar y yo no parábamos de mirarnos y de darnos con el pie bajo la mesa.


  • Mama papa quiero contaros algo.

  • Dinos hijo.


Me miro y tragando saliva se animó.


  • Estoy saliendo con alguien.

  • Vaya sí que te han dado de sí las vacaciones.

  • Si la verdad que sí.

  • ¿Quién es la afortunada?

  • Es él mama.

  • ¿Cómo?

  • Es un chico.

  • Pero tú... a ti... te gustan las...

  • No, mama, no me gustan las chicas.

  • Pero... quien...


Vuelve a tragar saliva y me mira. Le ofrezco mi mano y aliviado los mira y lo dice.


  • Es Ian.

  • Como que Ian, ¿tu primo?

  • Sí.

  • ¿Vosotros sabíais esto?.- les pregunta en tono malhumorado mi tío a mis padres.

  • Si desde hace unas semanas.- les contesta mi madre.

  • Y no lo veis mal, por qué yo estoy en shock. Es su primo por el amor de dios.

  • Lo sabemos, pero están...


Mi madre me mira y agarrándole fuerte la mano a Óscar hablo.


  • Estamos enamorados.


Su cara fue un poema. Primero se levanta mi tío y se va hacia el jardín, se enciende un cigarrillo y nos da la espalda. Mi tía aun sentada se pone las manos en la cara y comienza a sollozar.


  • Esto no puede estar pasando.

  • Mama sé que es difícil de...

  • Difícil...es tu primo Óscar.

  • Lo se mama, pero le quiero y queremos estar juntos.


Mi tío suelta el cigarrillo y acercándose a Óscar se pone a su lado y le pone los brazos sobre los hombros.

  • Hijo recoge que nos vamos.

  • No, papa, no nos vamos a ningún lado.

  • He dicho que te levantes... y...

  • Papa soy mayor de edad y no pienso ir con vosotros.

  • Hijo, por favor, escucha a tu padre.

  • No mama, tengo 18 años y pienso quedarme aquí. Además, el mes que viene me vendré a estudiar aquí.

  • Esto es una locura.- dice mi tía.


Mi tío se pone junto a su mujer y la hace levantarse. Óscar se levanta y me agarra con fuerza de la mano. Miro a mis padres y mi madre me mira.


  • Sé que es difícil de asimilar, son muchas cosas hermano, pero de verdad que no hay nada malo en esto. Por favor no os vayáis así.

  • Vámonos.- le dice mi tío a mi tía.

  • Pero... Óscar...

  • Mama lo siento, sé que esto es difícil, pero si no me aceptáis tal y como soy no puedo hacer nada. La decisión ya está tomada.


Mi padre que durante todo este tiempo estuvo callado se levanta y mirándolos les dice.


  • Puedo llegar a entenderos, pero como bien os han dicho no hay nada malo en todo esto. Por favor quedaos y descansar, venís de muy lejos y no os podéis marchar sin solucionar esto.

  • Una noche y mañana nos vamos.

  • Muy bien. Gracias.

  • Vamos al cuarto.


Se fueron a dentro y se encerraron en la habitación. Óscar estaba de pie perplejo y temblando. Me acerqué a él y lo abracé. Lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y como un niño se acopló a mí y no paro de llorar. Mis padres acercándose nos abrazaron y nos dejaron solos.


Pasaron unos minutos y Óscar aún seguía con la congoja. Levanto su bella cara para que se la viera y le aparte las lágrimas. Le besé con dulzura sobre cada ojo para después besarlo en los labios. Me saco una media sonrisa y me abrazo de nuevo. Así nos quedamos un rato hasta que se separó de mí y agarrándome de la mano me llevo a nuestro cuarto. Cerro tras entrar y se desnudó. Yo hice lo mismo. Se tiró sobre la cama y me puse junto a él.


  • ¿Me haces la cucharita?.

  • Siempre que quieras.


Le besé antes de que se diera la vuelta y poder acoplarnos. Le acaricié el pelo y le besé por la espalda. Acercándome a su oreja le susurré.


  • Yo también te quiero Óscar.


Me apretó la mano para después sentir como se relajaba hasta que sentí que se había dormido. Yo tardé un rato en dormirme. Todo lo que había pasado me había alterado un poco. Cerré los ojos y sintiendo su calor junto a mí me dormí.


A la mañana siguiente.


Abrí los ojos y me desperece en la cama. Toque al otro lado de la cama y Óscar no estaba. Me vestí y bajé. Estaba mi padre, mi madre y Óscar recogiendo lo de anoche en silencio.


  • Buenos días, ¿todo bien?

  • Se han marchado. Esta mañana temprano los escuché e intente que se quedaran, pero no hubo manera.- me contó mi madre.

  • Lo siento Óscar.- le dije acercándome a él por detrás y abrazándolo.

  • Es mejor así.


Aún quedaban tres semanas para que se acabara agosto. Las dos siguientes las aprovechamos haciendo barbacoas, rutas por el monte, íbamos a buscar pozas, jugábamos en la piscina, en definitiva disfrutando del verano.


Llego la última semana y mis padres se querían ir al piso antes de volver.


  • Nosotros nos vamos mañana. Volveremos el domingo al mediodía para comer y después nos vamos. Os dejamos dos días solos.


Óscar y yo nos miramos y sonreímos como idiotas. Mi madre y mi padre nos miraron y se echaron a reír.


Continuara.




PeCtOrAlEs