1.7.23

DuRa











 

Relato. De lUnEs A VieRnES

 




LUNES


He salido de trabajar a las tres de la tarde y me voy derecho a casa. Después del fin de semana y del madrugón estoy cansado. Necesito comer y echarme. Le mando un mensaje a Alex y le digo que a las seis mejor. Como siempre me dice que sin problema.


Salgo de casa con la camisa en la mano, pues aún hace un poco de calor, pero en cuento cae la noche, el fresco se nota en todo el cuerpo. Veo de lejos a Alex. Le saludo con la mano y él me devuelve el saludo con una amplia sonrisa incluida, estremezco. Llego a su lado y le doy un abrazo bien fuerte.


  • Uhmmm sí qué tenías ganas de verme.- me dice.

  • No sabes cuanto.- le digo al oído mientras le lamo el lóbulo.

  • No me hagas eso aquí que me bajo la cremallera y no respondo.


Pego mi paquete al suyo y notamos como nos empalmamos.


  • ¿Y ahora qué?

  • No sé.

  • Eres muy malo.

  • Lo sé.

  • Habrá que quedarse así abrazados hasta que se nos baje el calentón.

  • Por mi bien.


Continuamos abrazados un buen rato hasta que nuestros corazones se relajan y la sangre de nuestro rabo decide darnos un respiro.


  • Hola.- le digo mirándolo a los ojos.

  • Hola. ¿Paseamos?

  • Por supuesto.


Paseamos durante más de dos horas. Nos adentramos en parques, calles solitarias, calles abarrotadas, y en cada paso nuestros dedos de las manos hablan con los dedos del otro. Nuestros labios también hablan pero bastante menos. Es de las cosas que más me gustan de Alex, sus silencios.


Tras el largo paseo nos sentamos en un bar cerca de su casa y cenamos algo.


  • ¿Qué tal el finde?.- le pregunto mientras me hincho a bravas.

  • Bueno... solo descansé ayer, me toco currar el sábado.

  • Vaya mierda.

  • Mucha mierda.

  • Pero bueno, luego salí a cenar con estos y me debí acostar sobre las 4 creo. Después de seis días currando no podía más.

  • Normal.

  • Y ayer, pues de tranqui en casa, vino Lucas a comer y estuvimos viendo pelis, poco más.

  • Guay entonces.

  • Si la verdad. ¿Y el tuyo?

  • Bien, estuve en Madrid y entre familia, comer, beber y viaje, pues noto el cansancio.

  • Normal, enseguida subimos y descansas.

  • Suena bien, pero antes quiero comerte este lóbulo y alguna cosa más.

  • ¿Como qué?

  • Pues comenzaría por esos pies tan grandes que me ponen tan bruto, después me metería tus huevos en la boca mientras te masturbo lentamente y acabaría besándote el cuello.

  • ¡Perdona cuando puedas la cuenta!

  • Ja, ja, ja.

  • Me duelen los huevos solo de pensarlo.

  • No es mi idea.

  • Anda vamos.


Le cogí de la mano y subimos a su casa. Es una casa muy pequeña, pero con mucho encanto, tiene muchas plantas y arte moderno muy colorido. No había llegado a la cama y ya lo tenía desnudo mirándome con cara de vicioso.


  • Esa cara...- le dije mientras me abalanzaba sobre él y lo tiraba a la cama.


Alex en la cama es... fogoso, caliente, apasionado y después es una lapa. Todo eso me encanta.


Se tumbó boca arriba con las manos bajo su cabeza mientras me observaba ir hacia sus pies.


  • No sé qué tienen tus pies, mira como me palpita el rabo.- le dije mientras se lo ponía entre ambos pies.

  • Ufffff.


Me masturbé entre sus pies hasta que me los lleve a la boca y los lamí. Ese olor me volvía loco, metí mi nariz entre sus dedos e inhalé con fuerza, mi rabo se puso más tieso aún. Le comí los dedos mientras me masturbaba y él hacia lo mismo. Deje sus pies sobre la cama y me lance a comerle los huevos. Me los metí en la boca y quitándole la mano con cariño de su rabo, se lo agarré y comencé a masturbarlo con calma, mientras sus huevos permanecían en mi boca de un lado a otro. Los solté para lanzarme a su cuello y hacerlo reír y gemir por partes iguales.


  • Te adoro Alex.

  • Y yo a ti Leo.


Nos enroscamos en la cama mientras nuestra piel se unía a la del otro. Alex me busco el ano y me lo comenzó a dilatar. Yo gemía en su boca mientras sentía sus dedos entrar y salir de mí. No aguantaba más. Me giré y abriendo el cajón de la mesilla saqué el lubricante y un condón. Se lo puse y me puse bien de lubricante. Me tumbé boca arriba y me agarré de los pies. Él no dudo, apuntando hacia mi ano me la metió como tantas veces lo había hecho. Suspire y gemí y disfrute de sentirlo dentro. Busco mis pies y se los llevo a la boca. Grite.


  • Si no te gusta no hace falta que...

  • Calla.


Sabía que los pies igual que a mí me volvían loco no eran su devoción, pero en más de una ocasión como esta me los lamia y me hacía ver el cielo. No tarde en correrme mientras él me empotraba cada vez con más fuerza. Me agarré de las piernas y viniendo hacia mí me beso mientras acababa corriéndose y gimiendo entre sus sabanas.


Caímos rendidos y el condón lleno de leche sobre la mesilla anudado.



MARTES



  • Alex me voy.

  • ¿Qué hora es?

  • Las seis.

  • Joder no sé cómo puedes.

  • Ni yo sinceramente.

  • Feliz semana.

  • Igualmente Alex. Te adoro.

  • Y yo a ti.


Le besé en la mejilla y me fui a trabajar.


El turno fue mejor de lo que me esperaba. Llegue a casa y tras comer y una breve siesta me fui al gimnasio. Sobre las ocho había quedado con Juan para ver una peli en su casa y ya llegaba tarde.


  • Perdona se me ha echado el tiempo encima.

  • Tranquilo que no es el cine, ja, ja, ja.


Me fui hacia él y lo abracé con fuerza. Juan me devolvió el abrazo y me beso el cuello.


  • Anda pasa. ¿Qué vienes del gym?

  • Si y que poco me gusta.

  • Pero gracias a él se te está poniendo un culo...

  • Ja, ja, ja, anda que no es difícil.

  • Mucho entrenamiento.

  • Lo sé.


Juan es entrenador de fútbol sala. Siempre ha hecho deporte, literalmente le encanta todo lo que sea hacer algo. Por eso me extraño que hoy quisiera estar tan de tranqui.


  • Oye, ¿y eso que hoy peli?

  • No sé por variar.

  • Vale...

  • ¿Por?

  • Nada cosas mías.

  • Dime.

  • No sé, siempre hacemos cosas y nunca habíamos estado en casa viendo una peli.

  • ¿No te apetece?

  • Si sí, perdona, no me hagas caso.

  • Estás más raro.

  • Soy raro.

  • Ya y por eso te adoro.

  • Y yo a ti.


Le besé y él envolviéndome entre sus fuertes brazos, me subió a la encimera de la cocina.


  • Ya sé que voy a cenar.- me dijo con cara maligna.

  • Ja, ja, ja.


Me quito la camiseta y se lanzó a mis pezones. Me los lamió y mordisqueo mientras yo gemía y con los dedos de los pies le acariciaba las piernas. Me busco el sobaco y me miro.


  • ¿Qué?

  • Demasiado limpio.

  • Ja, ja, ja.

  • Me gusta cuando vienes directo del gym sin pasar por las duchas.

  • Hoy de verdad que necesitaba ducharme allí, no veas lo que sude.

  • Uhmmm

  • Ja, ja, ja.


Me lamió los sobacos y me hizo reír mientras me pasaba la lengua. Levante el culo y me dejo en pelotas sobre la encimera. Él se quitó la poca ropa que llevaba y pegándose a mí unió nuestros rabos mientras nuestros labios se morreaban con brusquedad. Escupimos ambos sobre nuestros rabos y continuamos comiéndonos la boca. Juan dejó mis labios y bajando se metió mi rabo en la boca, no sin antes disfrutar de como me bajaba y subía el prepucio. Me agarré con fuerza del mármol o de lo que fuera y me deje comer la polla hasta que sentí como le llenaba la boca con trallazos de lefa. A Juan además del olor de mis sobacos taras sudar le encanta seguir comiéndome el rabo tras correrme, a veces se tira mucho más rato y del gusto que me da sentirlo y ver como disfruta me vuelvo a correr. Y esa es una de ellas, mi rabo sale y entra de su gran boca cuando siento que vuelvo a correr, se la saca y pajeandome y pajeándose se corre sobre mi polla que ya está lanzando lefa sobre mí y tras dejar caer las últimas gotas de su lefa se vuelve agachar y a metérsela toda. Me lame toda su lefa y busca la mía por todo mi cuerpo. Acabamos besándonos y riéndonos de la escena.


  • Cada vez me pones más cerdo.- me dice.

  • Anda que tú a mí, menuda mamada, te superas más y más.

  • Tu culpa.- me dice mientras me baja y me besa.


Terminamos en el sofá desnudo y comiendo mientras disfrutamos de la película.



MIÉRCOLES


  • Juan me voy.

  • Ya…

  • Sí que llego tarde.

  • Vale, feliz semana.

  • Igualmente.

  • Te adoro.

  • Y yo a ti.


Trabaje, comí, blablablá. Me senté en el sofá y tras leerme lo que me quedaba para terminar el temario lo deje a un lado y me tumbe. Puse música y me dejé llevar por mis canciones favoritas.


TOC TOC


Me levanté y salí abrir.


  • Hola vecino.

  • Hola. ¿Pasas?

  • Claro.


Este es Quique. Dejo su mochila sobre la silla y cuando se dio la vuelta me abrazo con ternura.


  • Tenía ganas de verte.

  • Y yo a ti.


Me beso como solo él sabe hacerlo. Me besa los labios por todos sus rincones, después me da un pico y seguidamente abre la boca y me funde. Su lengua, sus labios, su calidez me embriaga de dulzura.



  • Que bien hueles.- le digo.

  • Gracias. ¿Terminaste el temario?

  • Si por fin, creí que nunca lo acabaría.

  • Es un coñazo, pero merecerá la pena supongo.

  • Sabes que si, por eso vamos a ponernos a estudiar ya mismo.

  • Me apetece más besarte.

  • Ja, ja, ja y a mí. ¿Una hora?

  • ¿De besos?

  • No de estudiar, ja, ja, ja.

  • Vale.- me contesto bajando la cabeza y poniéndome morritos.


Estudiamos más de una hora porque nos hacía falta la verdad.


Ya estábamos con el último test cuando con el pie subí por su pierna y le acaricie la ingle. Me ronroneo, le miré y sonreí.


No tardamos ni medio segundo en despejar la mesa y buscarnos la boca. Él se sentó en la mesa ya en calzoncillos y yo me acerqué a el mientras me desvestía.


  • No sé cómo lo haces.

  • ¿El qué?

  • Quitarte la ropa tan rápido.

  • Ja, ja, ja, no sé.


Para comérselo y eso pensaba hacer. Le cogí de detrás y lo acerqué hacia mí. Nuestros paquetes se unieron con la tela del slip por medio y se magrearon. Nuestras manos acariciaban la espalda del otro y nuestros labios recorrían los labios del otro. Baje por su pecho y echándolo para atrás se recostó sobre la mesa. Levanto el culo y le quité el slip mientras me bajaba el mío. Sé la agarre con firmeza y disfrute de las vistas. Tenía un rabo majestuoso. De todos los rabos que he tenido entre mis manos es el más grande y más bonito de todos, además lo sabe usar y muy bien. Comencé a lamerle desde las rodillas y quedándome en su inglés le hice soltar los primeros gemidos y suspiros. Pase mi nariz por sus huevos y olfatee. Me ponía muy cerdo. Le lamí los huevos que eran imposibles de meterse en la boca y subí por ese falo descomunal hasta llegar hasta ese glamuroso glande que tantas alegrías me daba. Como polla no era cómoda para hacerle una mamada porque no me cabía en la boca, pero aun así ya la tenía dominada. Mire su cuerpo mientras sé la lamia, tenía un cuerpo delgado y fibrado, ni un gramo de grasa, unos pezones con cuatro pelos y nada de vello en la cara. Solo tenía vello en los sobacos y poco y encima del rabo, poco más. Me gustaba eso de él, no solo su cuerpo y su rabo, necesito aclararlo, todo él. No por tener todo eso y que te mole si luego la persona es una siesa o no te mola algo, pues no compensa. Al lío que me voy del tema.


Quique me miraba embobado y con una cara de placer que era de escándalo. Le levanté las piernas y él se las agarro. Me metí de lleno en ese ano que tanto adoraba. Como bien he dicho antes era de poco vello, pues en el ano ni uno. Me encantaba lamérselo y trabajárselo durante horas. A Quique era de las cosas que más le molaban, así que todos salíamos ganando. Tras comérselo y dilatárselo con tres dedos me levanté.


  • ¿Quieres polla o…?

  • Un poco de eso y luego polla porfa.


Eso, era una polla de plástico, le molaba que le trabajara el culo con eso y yo feliz de hacerle feliz.

Le escupí bien en el ano y se la comencé a meter. Me molaba ver como se perdía ese trozo de plástico en su interior y le iba haciendo el agujero del culo cada vez más grande. De vez en cuando se lo sacaba y me lo comía y le volvía a echar más saliva. Cuando ya estaba más que dilatado y me suplicaba rabo me puse el condón y poniéndome sus piernas sobre los hombros, le penetre. No se puede explicar la gran sensación que siento cada vez que le penetro, y eso que lo hago con condón siempre, sin él creo que me correría nada más meterla.


A Quique otra de las cosas que le molan como a mí son los pies. Le estaba follando y metiéndome sus dedos en la boca, cambiando de uno a otro sin parar, como el ritmo de la penetración. Quique se masturbaba y gritaba sobre mi mesa. Yo entre sus pies en mi boca y metiéndosela estaba a punto de estallar, y así fue. Le embestí con fuerza mientras me comía su dedo gordo y él al sentirme tan adentro comenzó a soltar lefa sobre todo su cuerpo, hasta su cara incluida. Quique era además de pollón un gran lechero, no os lo podéis ni imaginar. Y con esa escena yo seguía metiéndosela y saboreando sus pies sin perder de vista como él continuaba masturbándose.


Le besé ambos pies y la saqué. Le di la mano e incorporándose se unió a mí en un gran abrazo pringoso y cálido. Nuestros gemidos se unieron a nuestros labios.


  • Ufffff creo que he olvidado todo lo que hemos estudiado...- me dijo sofocado.

  • Jajajá, ya somos dos.


Nos besamos y abrazamos sin dejar de acariciarnos. Bajo de la mesa y fuimos al baño. Nos metimos en la ducha y nos enjabonamos y aclaramos bien por cada poro de la piel del otro.


  • Me encanta tu cuerpo.- le dije.

  • Y a mí el tuyo.

  • Qué vida esta.

  • Ya. Cuando me como tu polla me molaría tenerla como tú.

  • A mí me mola tu polla.

  • No es cómoda para mamar y para follar, ya sabes que...

  • Ehhhh mírame, tienes una polla increíble. Para mamarla y para meterla.

  • No quiero hacerte daño con ella.

  • Eso fue una vez olvídalo.

  • Lo intentaré.

  • Ven.


Salimos y tras secarnos me lo llevé al sofá.


  • No voy a darte la chapa, bueno sí. Todos tenemos complejos, yo tengo michelines, para mi gusto un rabo pequeño y un culo caído. Lo más importante es que para el otro sea perfecto y si para uno también, pues ya la ostia, pero no suele pasar.

  • Solo que sé que te gusta que te follen y me gustaría...

  • Lo sé.

  • Entiendo lo que dices y me alagan tus palabras, pero ya sabes, la cabeza a veces va, por otro lado.

  • Que me vas a contar.- suspire.

  • Gracias.- me dijo dándome un beso.

  • Gracias a ti. Y quiero que sepas que la primera vez que me follaste fue la primera vez que me corrí sin tocarme y que nunca nadie me había hecho sentir tanto placer en un solo momento.

  • Jooo.


Me abrazo y continuamos así un buen rato. Los dos allí sentados en el sofá, desnudos y abriéndonos el alma después de abrirle el culo. 


La vida.



JUEVES



Me desperté como cada mañana a las cinco y media. Aunque anoche me acosté pronto ya notaba el cansancio acumulado. Me puse música y me levanté.


La mañana pasó lenta, pero a las cuatro por fin estaba tirado en el sofá. A las seis y media había quedado con Pepe para entrenar, no me apetecía una mierda para ser sinceros, pero si quería logran mi objetivo me tenía que dejar de no querer y más hacer.


Pepe me ayudo con el entrenamiento y tras una larga sesión de abdominales que parecían que no iban a acabar nunca, por fin me desvestía en los vestuarios.


  • ¿Te ha gustado?

  • Pues no sé, creo que un trozo de pulmón se me ha caído por allí dentro.

  • Ja, ja, ja, suele pasar al principio, cuando cojas ritmo, ya verás.

  • Bueno, pero tranquilo, por favor, quiero mantenerme no ser culturista.

  • Lo sé, lo sé.


Nos desnudamos y tras coger la toalla, el gel, las chanclas y la llave de la taquilla fuimos a la sauna.


  • Que bien se está aquí.- le dije.

  • La verdad que sí.


Estábamos los dos sentados muy juntos y nuestras manos cogidas. Nuestros rabos reposaban sobre la toalla y comenzaban a ponerse morcillones.


  • Con este calor y viendo como se te está hinchando el rabo...

  • Se nos está hinchando.- le contesté.

  • Cierto.


Alargamos una mano y agarramos el rabo del otro. El placer de sentir que te masturban mientras tú haces lo mismo es de primero de sexo gay. Y ahí los dos masturbándonos y conteniéndonos los gemidos.


  • Tendremos que salir en algún momento.- le dije.

  • Deberíamos.

  • Pues como no nos la soltemos difícil, lo veo, ja, ja, ja.

  • Lo sé, Peroo...


Me la soltó pero para ponerse delante de mí y metérsela en la boca. Pegue un pequeño grito ahogado y sentí como todo mi rabo se encontraba dentro de su garganta. Me agarré de la madera y me dejé llevar, continuo mamándomela sin cesar hasta que consiguió lo que buscaba, que me corriera en su boca. Le encanta hacerme eso. Me comió los huevos mientras me masturbaba y yo mientras le tiraba de los sobacos para levantarlo. Se levantó con una sonrisa de oreja a oreja y no pude más que reírme.


  • Eres de lo que no hay.

  • Es lo bueno de esta sauna.

  • ¿Qué se pueden hacer mamadas?

  • No que solo caben dos, ja, ja, ja.


Me levanté por si había alguien esperando y no. Le senté empujándolo con tacto y me abalancé a comerle la polla. Estaba cansado, sofocado, sentía todo mi cuerpo en tensión y deseaba seguir coceándome esa polla e incluso dejar que me follara. No pare hasta que sentí los trallazos en la boca y el sabor amargo de su lefa recorriendo mi garganta. Se le lamí por todos lados y me quede sentado delante de él apoyando la cabeza entre sus piernas. Él me masajeaba la cabeza y acariciaba el alma.


No fuimos ni a su casa ni a la mía. Tras las mamadas, que al final cayó otra, ni él ni yo estábamos para nada más. Llegue a casa y caí en el sofá. Me levanté sin ganas, pero aun así me deje todo preparado para el último día de curro de la semana y la cena.


Cene viendo una serie de risa y a las 10 y poco me deje llevar por el sueño hacia mi cama donde me desplome.



VIERNES



La mañana paso por fin y tras una siesta de dos horas me duché y me fui a la estación a recoger a Roberto.


  • Hola amor, ¿cómo estás?

  • Cansado pero contento de verte.

  • Y yo a ti.


Me abrazo con fuerza y me beso. Deje caer mi cabeza sobre su hombro y me sentí en casa.


  • Se nota cuando uno va, donde está el otro, ¿verdad?.- Me pregunto.

  • Un poco sí.

  • Bueno, en un par de años ya podremos permitirnos vivir en el mismo sitio, por ahora...

  • Ya, bueno, no lo llevamos mal.

  • La verdad que no. ¿Bien con los chicos?

  • Increíbles como siempre.

  • Como me alegro.

  • ¿Y los tuyos?

  • Alguna novedad y la verdad que me hacen muy feliz.

  • Te quiero.

  • Yo también te quiero.


Fuimos a casa y pasamos el fin de semana entre las sabanas, charlando, comiendo, bebiendo y sintiéndonos.


Nos conocemos hace 10 años, a los 3 años ya vivíamos juntos y éramos una pareja totalmente cerrada. Hace un año por trabajo tuvo que irse fuera y le prometieron que en tres ya estaría de vuelta. Ya un poco antes habíamos abierto la relación y aunque al principio nos costó conseguimos llegar a un punto en el cual cada uno se sintiera cómodo y tranquilo.


Él lleva su vida allí y yo mi vida aquí, no todos los fines de semana podemos vernos, pero cuando podemos los disfrutamos como el primer día sabiendo que llegara el día que viviremos juntos de nuevo, y que nuestros amantes nos acompañaran en ese camino o no. Ya se verá.



                                         

                                                         FIN




PeCtOrAlEs