PooL

 

ReLaTo. Perdonando 5ª parte.

 6 meses después.

Salgo de la Uni pitando al tranvía y lo cojo de pura chiripa, agarró el móvil y le mandó a Óscar un mensaje:

*Amor, voy de camino, perdona, pero el profesor me pillo por banda y no me dejaba irme. Te veo ahora.

Miro el reloj, diez minutos tarde, ni tan mal. Subo por las escaleras porque ese edificio tiene el ascensor más lento del planeta y cuando llego a la sexta planta solo quiero sacarme los pulmones y vomitar. Me siento cero segundos y cojo aire, llamo al timbre.

• Hola Fran, adelante.

• Gracias.

• Óscar, ya entro, voy a avisar a Sara.

• Gracias.

• Entra, puerta dos.

• Gracias.

Entro y Fran me mira y me sonríe, respiro ahora un poco mejor, Sara me mira y hace ademán con la mano para que me siente.

• Mil perdones.

• Tranquilo, ya me contó Óscar.

Óscar agarra mi mano y la aprieta fuerte. Sé que está nervioso, cada vez que hemos venido los dos le trastoca un poco, aunque como dice Sara, todo esto es para su bien y el de su relación con las personas en general.

• ¿Qué tal Óscar?.- pregunta Sara mientras revisa su cuaderno.

• La verdad, qué bien.

• Me alegra oírlo, ¿trabajasteis en lo que os pedí?

Nos miramos y luego la miramos a ella.

• Lo intentamos, pero...- digo yo.

• Cuéntame, Fran.

• Estábamos los dos sentados en la cama, desnudos, tras...bueno ya se imagina, en fin tratamos de expresar nuestros miedos y...

Miro a Óscar, que me hace que continué con un gesto.

• Óscar se puso a temblar y terminó abrazado a mí llorando.

• Vale, ¿Óscar qué tema te duele tanto?

• Pues...es cuando recreo en mi cabeza lo que hice, sobre todo a él.

• Fran, te perdono, le dice.

• Así es.

Me mira y le mando un beso con los labios, sonríe un poco.

• Solo quiero olvidarme de todo aquello.

• Lo sé Fran, pero es algo que ya hemos hablado, te guste o no es algo con lo que tendrás que vivir y solo abrazándolo y lidiando con ello serás capaz de volver y sentirte bien, no por lo que hiciste, no me malentiendas, si no aceptar aquello y ser capaz de darte cuenta de la gran persona en la que te has convertido.

• Lo intento.

• Lo sé y por eso te pedí que viniera Fran alguna sesión. ¿Fran tú cómo lo llevas?

• Sufro por él.

Su mano aprieta la mía y yo se la aprieto con fuerza.

• Como ya conté alguna vez, no creí que nunca pudiera perdonarlo, ya lo sabe él, pero le conocí y me enamoré de él y todo aquello se disipó, aunque creo que nunca se me olvidará, pero ya no le miro y me lleva a esos momentos.

• Bien.

• Yo sé que él lo intenta, doy fe de ello, pero creo que se ha quedado en un punto en el que ni avanza ni va hacia atrás.

• ¿Crees, Óscar que tienes miedo de aceptar lo que fuiste?

• Mucho.

• Vamos a cambiar de tema, ¿cómo estáis entre vosotros?

Nos miramos y nos sale una carcajada.

• Veo que bien.- sonríe la doctora.

• Muy bien, la verdad.

• ¿Os vais a vivir juntos?

• Si cuando encontremos algo que no nos haga tener que pedir limosna.

• Lo entiendo, ¿os asusta?

Nos miramos y decimos no al unísono.

• En mi caso no, estoy bastante seguro y, por una parte, lo estoy deseando.- dice Óscar.

• En el mío tampoco.

• Me alegra oírlo, bien, Óscar vamos a cambiar totalmente de procedimiento, porque como bien dice Fran,,, creo que también estás estancado y necesito que hagas un trabajo personal. Con Fran puedes seguir trabajándolo, pero lo que más quiero y creo que necesitas es algo individual. Vuelve a escribir, a hacerte preguntas, pregúntame a mí, a Fran, a quien quieras sobre lo que te hace sentirte así y para la próxima ven tú solo ya, si necesito que vuelva, Fran, te aviso con tiempo.

• Vale.

• Es importante el trabajo individual, sé que te esfuerzas, pero necesito un poco más, y la medicación te la cambiaré para la próxima sesión, quiero consultarlo antes de cambiártela.

• Vale.

Media hora después salimos de la consulta de la mano, llegamos a mi casa y nos encerramos en mi cuarto, me desnudo y él también, nos metemos bajo las sabanas y nos abrazamos.

• ¿Estás bien? le pregunto.

• Lo estaré.

Le besó en la frente.

• Cuando tengas miedo o no puedas con la situación, piensa que yo estoy aquí.

• Lo sé, gracias.

Se acurruca más a mí y me besa en el pecho. Siento sus dedos acariciando mi espalda y bajando hasta mi culo, amasa mis nalgas y ronronea en mi pecho para abrir la boca y lamer hasta que encuentra un pezón y lo muerde con fuerza.

• ¡Ahhh!

• Perdón.- dice mirándome con cara de no haber roto un plato.

• Date la vuelta y ponte boca abajo.

• Jajaja, vale.

Lo tengo tumbado boca abajo y voy de rodillas hasta sus pies y con la polla le doy en las plantas de los pies. Se ríe y gime a la vez, me agacho y se los lamo mientras siento mi polla palpitar y siento cómo se me aparece el glande de la presión. Subo por sus piernas con mi lengua fuera hasta llegar donde quería, su ano, su culo, su trasero, que me pone a mil y muy cerda, le abro el culo con ambas manos y me meto de lleno a comérselo, al rato le pido que se arrodille y con el culo bien abierto sigo comiéndoselo alternando con sus huevos y polla. Estoy tan cachondo que suelto precum sin parar, y él más de lo mismo. Abro el cajón y soltando lubricante en su raja, lo preparo y le meto varios dedos por el culo, a lo que él aprieta el culo y gime. Yo me pongo por la polla y me la dejo preparada para reventarle el culo.

Las últimas tres sesiones nos ha pasado lo mismo, la primera me lo pidió, pero después de aquella siempre me pide que le folle lo más duro posible. Se la clavo de una tras trabajarle el culo bien con dos dedos y siento la mejor sensación del mundo que es sentirlo alrededor de mi polla. Presiono contra su cuerpo el mío y siento mi rabo entero dentro de él, la saco y la meto y comienzo a follarlo cada vez más rápido.

• Azótame...

Le azoto el culo y enseguida se le ponen las marcas rojas.

• Azótame más y más rápido...follame lo más duro que puedas y quieras...ahhh...

Le azoto y le follo sin mesura, me duele la mano de azotarlo y agarrándolo del cuello lo llevo hacia mí y le pellizco los pezones a lo que él responde corriéndose sobre la cama, yo sin parar de girar sus pezones y de penetrarlo siento una onda expansiva de placer por todo mi cuerpo y mi polla dura como un demonio explota de lefa dentro de él y yo sin dejar de preñarlo continuo hasta que exhausto paro y dejándome caer sobre él terminamos los dos sobre la cama. Le beso en el cuello y saco mi polla de su interior, le miro las nalgas y están muy rojas, me acerco y con la lengua se las lamo, vuelvo arriba y busco su cara, su preciosa cara.

• ¿estás bien?

• Sí...gracias...

• No siempre va a ser así, ¿lo sabes?

• Lo sé.

• Por más que te pegué, te retuerza los pezones o te deje el culo bien abierto, eso no va a hacer...

Me calla con un beso.

• No continuo.

• No por favor.

• Vale.

• Gracias, ven aquí.

Nos quedamos abrazados sobre la cama y nos besamos, y por un momento miro sus nalgas y se me llenan los ojos de lágrimas.

• No te lo mereces.- le digo.

• Tú tampoco te lo merecías.

Lágrimas caen de mis ojos sin escapatoria.

• Ha sido la última vez.

• Lo sé y siento habértelo pedido, de verdad que lo siento.

Sus ojos se llenan también de lágrimas y nuestros besos están llenos de las lágrimas de ambos.

• Óscar.

• Dime.

• Te quiero mucho.

• Yo también te quiero.