3.6.23

Ano











 

ReLATo. El hijo de mi hermana, 4ª parte.

 



  • ¿Crees que lo entenderán?

  • Pienso que al principio no, con el tiempo tal vez.

  • Qué mierda todo.

  • Ven aquí.


Se sienta sobre mí y lo abrazo.


  • Era algo que sabíamos que si sucedía iba a pasar y está a punto de pasar. Yo, por una parte, estoy deseando que pase y que tenga que ser lo que sea.

  • Ya y yo. ¿Y después?

  • Pues había pensado... que te vinieras a vivir conmigo.


Me mira sorprendido y me abraza con mucha fuerza.


  • Lo dices en serio...

  • Muy en serio. No creo que te apetezca volver a tu casa, sobre todo después de lo que pase el viernes. Tengo sitio, puedes seguir estudiando, tengo un buen trabajo y para vivir los dos podemos por ahora, ya con el tiempo, pues veremos.


Miguel se engancha a mi cuello y comienza a reírse y a darme besos.


  • No me lo creo, ¿de verdad quieres que vivamos juntos?

  • De verdad.

  • Mi madre va a flipar del todo, ja, ja, ja.

  • Madre mía…


Miguel se levanta y yo con él. Nos abrazamos con ganas y nos quedamos los dos allí abrazados sin querer separarnos.


  • Julio…

  • Dime.

  • Sabes que te quiero mucho.

  • Lo sé. Y yo a ti.


Nos miramos lentamente como en una película de esas en la que los enamorados se acaban de declarar su infinito amor y ambos con los ojos vidriosos nos enganchamos al otro para darle un gran beso, el beso, ese beso que sella ese amor. El amor es algo que llega sin avisar y te da en todas las narices. A veces nos tiramos la vida buscándolo y a veces llega inesperadamente. Nunca imagine que mi sobrino fuera esa persona. Ya no es solo la atracción sexual que existía desde hacía tiempo, sino un amor más fuerte, un amor del que se puede comenzar a construir algo bonito, muy poco a poco y con cariño.


  • Julio.

  • Sí.

  • Hazme el amor por favor.


Me dice eso y me mira con esa cara que me derrite que le agarro de la mano y lo llevo al cuarto. Ya estamos desnudos, así que solo nos ponemos delante de la cama y nos besamos.


Miguel se tumba boca arriba y levanta las piernas. Yo a cuatro patas en el suelo le como el ano como si fuere mi plato preferido. Ya tengo dos dedos dentro y estoy flipando de como se abre de bien ese culo. Le estoy follando con tres dedos mientras le como la polla. Miguel se retuerce de gusto y no aguanta mi mirada. Me rio por dentro y continuo disfrutando de esta maravilla.


Me levanto con la polla más dura que una viga y tras ponerme el condón le pongo lubricante a él y a mí. Le agarro de los pies y le miro.

  • ¿Preparado?

  • Sí.

  • Si te duele dímelo vale, lo más importante de esto y en general del sexo es la comunicación.

  • Vale. Confió en ti.


Se me derrite el corazón.


Aprieto mi polla contra su ano y lentamente se desliza dentro de él. Las sensaciones que siento al penetrarlo son indescriptibles. Una oleada de calor y de amor me rodea por todas partes. Tenerlo así delante de mí, para mí, abierto y tan sexy como es, me llena de emoción. Casi está toda dentro y aunque le miro por si le duele en ningún momento se ha quejado. Cuando toca mi vello púbico con sus huevos me mira sorprendido y se agarra fuerte con las manos en la sabana.


  • ¿Bien?

  • Creo que voy a querer de esto todos los días, es... Ufffff...

  • Ahora viene lo mejor.


La saco un poco y la vuelvo a meter, sus ojos se ponen en blanco y agarra aún más fuerte la sabana. Un grito ahogado sale de su garganta mientras le hago lo que me pidió, que le hiciera el amor. Le beso la planta de ambos pies y me agacho hacia él. Lo tengo a escasos centímetros de mi cara. Resopla y gime acelerado. Yo continuo con el ritmo suave y lento, me acerco aún más y le beso en la punta de la nariz. Me mira y en sus ojos veo tanto amor que me emociono. Nos besamos sin dejar de penetrarlo. No podemos dejar de besarnos. Mi polla entra y sale de él con facilidad. Su lengua recorre mi boca y yo siento una oleada de calor entre los huevos inminente. Me separo por un segundo de sus labios y acelerando las embestidas sin dejar de mirarlo, me corro de una manera increíble dentro del condón, dentro de él.


Desacelero, pero no dejo de penetrarlo. Nos besamos emocionados y muy cachondos. Se agarra su polla y comienza a masturbarse mientras le penetro. La imagen es tan sexual que me pone los pelos del ojete de punta.


  • Creo que me has hecho el chico más feliz del mundo.- me dice entre gemidos.


Sonrió sin dejar de mirar como se masturba. Le agarro un pie y se lo como, me mira con cara de placer y continuo. No tarda mucho en correrse sobre su cuerpo. Me deja que se la agarre y juego con ella y su lefa. Aún sigo dentro de el igual de duro que al principio, incluso creo que si ahora le follara duro me correría de nuevo.


  • No la saques nunca.

  • Ja, ja, ja.


La saco aunque me pone cara con puchero y colocándonos en la cama nos quedamos abrazados.


  • Gracias.

  • ¿Por?

  • Por todo, por esto, por ser tan tú.

  • De nada y gracias a ti también. ¿Qué tal tu primera vez?

  • Pues... deseando que haya una segunda, ja, ja, ja.


Nos reímos, nos abrazamos, y nos revolcamos por la cama.





PeCtOrAlEs