21.12.25

EmPAlmADoS

 











VarIedAD DE POllAS

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Los meses siguientes fueron una doble vida perfectamente sincronizada.

Por fuera, Eric y Óscar seguían siendo los hermanos perfectos: los que se llevaban un año, estudiaban en la misma universidad, compartían amigos, salían juntos de fiesta y volvían a casa de sus padres los fines de semana. Nadie sospechaba nada. Sus padres seguían orgullosos de lo “unidos” que estaban. Sus amigos bromeaban con que eran “como gemelos con un año de diferencia”. En las fotos de Instagram seguían apareciendo hombro con hombro, sonriendo, normales.

Por dentro, eran amantes insaciables que vivían pendientes del próximo momento a solas.

Reglas tácitas que inventaron la primera semana:
  1. En casa de sus padres: nada de miradas largas en la mesa, nada de rozarse bajo la mesa, nada de desaparecer juntos más de diez minutos.
  2. Fuera de casa: podían ser novios siempre que nadie conocido estuviera cerca.
  3. Mensajes: solo en una app encriptada que borraba todo automáticamente a las 24 h.
  4. Dormir juntos: solo cuando sus padres viajaban o cuando fingían “quedarse a dormir en casa de un amigo”.
  5. Besos en público: nunca. Pero en parkings subterráneos, aseos de centros comerciales, probadores de ropa y ascensores parados entre plantas… todo valía.


Su primer apartamento

Al acabar el curso, los dos encontraron excusa para alquilar un piso pequeño en la otra punta de la ciudad, “porque los horarios de la uni son incompatibles con los trenes de cercanías”. Sus padres, encantados de que sus hijos siguieran juntos, incluso les ayudaron con la fianza.

El día que firmaron el contrato, nada más cerrar la puerta del piso vacío, Óscar empujó a Eric contra la pared y lo besó hasta dejarlo sin aire. Se follaron allí mismo, en el suelo de parquet sin muebles, sin quitarse toda la ropa, con la urgencia de quien lleva meses conteniéndose años. Óscar se corrió dentro de Eric sin condón por primera vez en su propio espacio, y Eric lloró de alivio contra su cuello.

Aquel piso se convirtió en su santuario. Las paredes eran finas, así que aprendieron a morder almohadas, a follar en la ducha para que el agua ahogara los gemidos, a poner música alta cuando querían gritar. Compraron una cama king size “para que cada uno tenga su espacio” (mentira: dormían siempre enredados, con una pierna de uno sobre la cadera del otro y la mano de Eric en el pecho de Óscar).

Rutina diaria
  • 07:10 – El primero que se despierta (normalmente Óscar) besa el hombro de Eric hasta que se gira dormido y abre las piernas sin pensar. Sexo matutino lento, casi sin hablar, solo respiraciones y el sonido húmedo de cuerpos que se conocen de memoria.
  • 08:00 – Ducha juntos. A veces solo se enjabonan y se besan; otras veces Eric se arrodilla y Óscar se corre contra las baldosas mirando cómo el agua arrastra el semen por el pecho de su hermano.
  • 08:30 – Desayuno. Eric hace tortitas; Óscar prepara café. Se sientan frente a frente, pero sus pies se buscan bajo la mesa y se acarician los tobillos.
  • Clases, trabajos, gimnasio. Mensajes constantes: fotos de sus erecciones en los baños de la facultad, audios susurrados diciendo “te follaría ahora mismo encima de la mesa del profesor”.
  • 19:00 – Vuelta a casa. A veces cenan; a veces ni llegan a la cocina: Óscar dobla a Eric sobre el respaldo del sofá y lo penetra sin preliminares, solo saliva y ganas.
  • Noches: maratones de series abrazados, pero siempre terminan follados. Eric encima montando lento, Óscar de lado entrando despacio mientras le muerde el cuello, o Eric boca abajo con Óscar cubriéndolo entero, susurrando “mi hermano, mío, mío” hasta que los dos se corren temblando.
Momentos de riesgo que casi los delatan
  1. Navidad en casa de los padres. Tienen que dormir en habitaciones separadas. A las 3 de la mañana Óscar se cuela en la cama de Eric, lo tapa con la mano cuando gime demasiado alto, y se corre dentro de él con la puerta solo entornada. Al día siguiente su madre comenta que Eric “tenía las mejillas muy rojas, ¿estás enfermo?”
  2. Viaje familiar a la playa. Comparten habitación “porque es más barato”. Cada noche esperan a que sus padres se duerman, se meten en la cama de abajo y follan en silencio absoluto, solo respiraciones contenidas y el sonido del mar tapando los crujidos.
  3. Fiesta de cumpleaños de un amigo común. Se encierran en el baño “a fumar”. En realidad Óscar se sienta en el váter y Eric lo cabalga despacio, tapándose la boca con la mano para no gritar cuando se corre.
  4. Cena con los padres. Bajo la mesa, el pie descalzo de Óscar sube por la pierna de Eric hasta rozarle la entrepierna. Eric tiene que fingir un ataque de tos para disimular la erección.
Marcas y rituales secretos
  • Se hacen chupetones solo en sitios que no se ven con ropa: interior de los muslos, debajo de los huevos, en la base del cuello cubierto por el pelo.
  • Cuando están con gente y no pueden tocarse, se mandan una palabra clave por WhatsApp (“melocotón”) que significa “te follaría ahora mismo”.
  • Cada viernes, sin falta, repiten la primera noche: pizza, cerveza y sexo salvaje en el salón hasta que amanece.
  • Los domingos por la mañana hacen el amor despacio, cara a cara, sin prisa, diciéndose “te quiero, hermano” en voz baja hasta que lloran los dos.
El miedo y el placer de ser descubiertos

Una vez, su madre abrió la puerta del piso sin avisar (tenía una copia de emergencia). Los encontró en la cocina: Eric sentado en la encimera, solo con una camiseta larga de Óscar, y Óscar entre sus piernas besándole el cuello. Se salvó por los pelos: Óscar gritó “¡mamá!” y Eric saltó al suelo fingiendo que se había quemado con el café. Ella nunca supo que la camiseta no llegaba a cubrir la erección de Eric ni las marcas de mordidas en sus muslos.

Ese día, después de que su madre se fuera, se follaron con rabia contra la puerta, temblando de adrenalina, corriéndose casi al instante.

Un año después

Llevan catorce meses viviendo juntos en secreto. Han aprendido a leer cada mirada, cada respiración del otro. Saben exactamente cómo tocarse para que el otro se derrita en segundos. Han probado juguetes, ataduras, juegos de rol donde uno finge ser “el hermano mayor dominante” y el otro “el pequeño que se deja hacer”. Han grabado vídeos que solo ven ellos, en los que se llaman “hermano” mientras se corren.

Y aun así, cada vez que cierran la puerta del piso y se miran, sienten la misma electricidad del primer día.

Una noche, después de hacer el amor durante horas, tumbados sudorosos y abrazados, Eric susurra contra el pecho de Óscar:

—¿Crees que algún día podremos contarlo?

Óscar le besa la frente, lento, pensativo.

—No lo sé. Pero mientras tanto… somos nosotros. Y eso me basta.

Eric sonríe, se gira y se coloca encima de él otra vez.

—Pues entonces fóllame otra vez, hermano. Hasta que no quede ni una duda de que somos uno solo.

Y Óscar obedece, como siempre, como para siempre.

Porque aunque el mundo nunca lo entienda, ellos ya tienen todo lo que necesitan: el uno al otro, en secreto, para siempre.

CoN PEllEJo