18.3.23

Relato. Mi pueblo y tu, 3ª parte.

 


Llegamos a casa y tras soltar las cosas nos comenzamos a enrollar en mitad del salón.


  • No sabes las ganas que tenía de estar así contigo.- le susurre al oído.

  • Y yo, ¿quieres que subamos?

  • Si por favor.


Me agarro de la mano y me llevo a su cuarto, una vez allí comenzamos a besarnos y a quitarnos la ropa. Primero la camiseta y la sudadera y después tras desabrocharnos los vaqueros nos lo bajamos junto a la ropa interior y pegamos nuestros cuerpos.


  • Joder Marco.

  • ¿Qué?

  • Tu rabo.

  • ¿Qué le pasa?

  • Lo siento enorme, ja, ja, ja.

  • Mira quien habla.


Me la agarro y bajándome el prepucio, me la dejo descapullada.


  • Preciosa es preciosa.


Me puse como un tomate. Él continuó besándome y masturbándome hasta que soltó mis labios y agachándose se la metió entera en la boca. Las piernas me temblaban y solo sentía la calidez de su boca alrededor de mi polla. Era la primera vez que me hacían aquello y se sentía tan bien que desee que no parara nunca. Metí mis manos en su cabeza llena de rizos y me dejé llevar.


Se levantó con una sonrisa enorme en la cara y me beso. Íbamos besándonos y poco a poco lo iba llevando hasta la cama, le hice sentarse y poniéndome de rodillas entre sus piernas, se la agarre y se la bese.


  • Que maravilla.


Cogida con mis dos manos y aún sobresalía un puñado. Le pegué un lametazo desde los huevos hasta arriba y descapullandosela dejé al descubierto su glande. Lo rodeé con la punta de la lengua mientras sus gemidos inundaron la habitación. Era mi primera polla y aunque nervioso la agarre con fuerza y comencé hacerle una mamada. Por sus gemidos y por como se dejó caer para atrás sobre la cama y como se retorcía no parecía que lo estuviera haciendo nada mal.


  • Daniel... Ahhhh...

  • ¿Quieres que pare?

  • No XD solo un poco más despacio si no me voy a correr en breve.

  • Vale.


Se la comencé a masturbar y le daba lamentadas, sentía como palpitaba en mi mano y era lo mejor que había sentido nunca. La solté para besársela y fui subiendo por su estómago y abdomen hasta llegar a su cuello donde lo bese para después tirarme sobre él y besarlo. Rodamos sobre la cama y nos rozábamos sin parar. Nuestros poros dilatados sudaban a borbotones.


  • ¿Alguna vez?

  • No.

  • Yo tampoco.


Era increíble los dos vírgenes y allí liados con los rabos más duros que un mástil.


Sin decir nada agarramos el rabo del otro y mientras nos besábamos comenzamos a masturbar al otro. No tardamos ni medio minuto en sentir como el otro comenzaba a soltar lefa sobre su cuerpo y como nuestras bocas ansiosas buscaban más y más del otro.


Reventados sobre la cama y llenos de semen nos unimos y sin parar de besarnos nos quedamos allí.


  • ¿Qué tal?.- le pregunté.

  • Increíble.

  • Sí que lo ha sido sí.

  • ¿Tienes interés en como será...?

  • ¿Follar?

  • Ja, ja, ja qué bruto, pero sí.

  • Ja, ja, ja, tengo interés, pero no tengo prisa, cuando estemos preparados.

  • Pienso igual.

  • Creo que debemos conocer el cuerpo del otro e ir investigando que le gusta.

  • Importante sí.

  • Sé que no solo es la polla que hay más, por ejemplo el ano es algo que me toco de vez en cuando, pero así contigo, pues como que me da palo.

  • ¿En serio?

  • Si un poco.

  • Pues vamos a ver.

  • No... Ja, ja, ja


Me puse tras de él y agachándome hasta su culo, le abrí las nalgas y le miré el ano.


  • Es curioso como algo que si no te pones un espejo no te lo verías nunca.

  • ¿Y qué tal?

  • El ano más bonito que he visto nunca.

  • Ja, ja, ja, calla...

  • ¿Puedo?...


Se tumbó boca abajo y me dejo vía libre. Le besé cada nalga y se la acaricié. Estaban cubiertas de un vello muy fino y negro, casi inapreciable, por alrededor del ano sí que tenía más pero tampoco mucho. Fui desde donde acaba la columna y fui bajando con la punta de la lengua hasta llegar a él. Lo abrí con mis manos y pasando la punta de la lengua disfruté de esa zona tan íntima. Tras lamerlo se lo quería comer, sí que había visto alguna peli porno gay, pero así teniendo uno tan cerca la cosa cambiaba. Se lo comí como pude y él sin parar de gemir me daba pie a que siguiera. Me acerqué a su oreja y le pregunté:


  • ¿Qué tal?

  • Me mola mucho, ja, ja, ja.


Volví a bajar y continué chupándoselo. Llevaba un rato cuando sentí que se abría cada vez más cuando le metí un dedo. Pego un brinco y lo saqué de golpe.


  • Perdona...

  • No, no tranquilo ha sido la impresión, vuélvelo a meter por favor.


Me acerqué a su boca y le besé. Después volví a bajar y tras humedecérselo bien lo volví a intentar. Esta vez entro si sobresaltos. Le mordía el culo mientras mi dedo entraba y salía de su ano. Sus gemidos fueron en aumento y levantando el culo me dejo ver sus huevos y su rabo duro de nuevo. Me metí sus huevos en la boca y se los chupe, para después lamer le la polla mientras continuaba trabajando le el culo.


  • Joder Daniel como me gustas...


Sonreí y sacando el dedo se lo volví a chupar y le metí dos dedos. Sentí como su cuerpo se estremecía entre mis manos y con una mano le trabajaba el culo y con la otra le masturbaba. Cogí velocidad y los dedos y la paja cada vez iban más rápidos. Sus gemidos aumentando en intensidad hasta que sentí como se corría sobre la cama y como se dejaba caer de nuevo sobre el colchón. Saque los dedos y le bese por toda la piel que pude. Me tumbé a su lado y buscando sus labios le encontré. Tenía la cara entre las sabanas bien roja y sudorosa, me miraba con una cara que nunca había visto y me enamoro más aún.


  • Madre mía Daniel, como lo otro sea mejor, va a ser horrible.

  • Ja, ja, ja, ¿por qué?

  • Ha sido una puta pasada sentir como me lo comías y después como me metías los dedos, no sé describirlo.

  • Me alegro de que te gustara.

  • Gustarme...


Me busco con su pelo alborotado y volvimos a girar pro toda la cama.


Poniéndole el culo a mano vio mis intenciones y poniéndose tras de mí me hizo lo mismo que le acababa de hacer a él y tenía razón una puta pasada.


Rendidos tras no sé cuantas horas besándonos, acariciándonos y soltando lefa, nos duchamos y bajamos al salón. Comimos algo y nos tiramos al sofá.


  • ¿Cómo estás?.- me pregunto.

  • En la gloria.

  • Ya somos dos.


Nos volvimos a enganchar y así hasta que se hizo de día que exhaustos caímos dormidos, abrazados.


AXIla

 











PeCtOrAlEs