31.10.21

AnGeL lUiS














 

RELATO. Tenia que pasar.

 



Oye Dani podríamos ir este sábado hacer una ruta de senderismo como en los viejos tiempos.


Me lo quede mirando y le dije:


  • Deberíamos sí.

  • ¿Estás bien?

  • Si solo un poco cansado.

  • Vete a casa ya término yo.

  • Gracias.


Camino a casa me fui dándole vueltas. Hacía como ocho años que no íbamos de senderismo. También es verdad que habían pasado muchas cosas, pero...


Andrés y yo nos conocemos desde los 14 años. El vino al pueblo con su madre a mitad de curso y entro en mi clase. No me preguntéis por qué, pero me acerque a él en el recreo y hasta hoy.


Los años siguientes fuimos un poco balas perdidas. Íbamos entre el instituto, el alcohol, el tabaco y mucha fiesta. Solo queríamos fiesta, divertirnos, lo normal a esa edad. Dentro de tanta hormona disparada nuestra cabeza estaba bien asentada y terminamos los estudios con buena nota. Ninguno teníamos claro que estudiar y una carrera nos parecía un mundo. Siempre habíamos estado trasteando en el garaje de mi padre con aparatos eléctricos y nos moló la idea de hacer un módulo de electricidad. Eso hicimos.


Con 18 ya teníamos el ciclo medio y comenzamos a trabajar en una tienda que se dedicaba a reparar electrodomésticos, aparatos de música, etc.


Nuestro grupo de amigos era bastante variado y uno de ellos un día nos comentó para ir de senderismo y como no decíamos a nada que no, nos apuntamos. Nos moló tanto que hasta nos comenzamos a ir él y yo solos.


Con 20 conocimos a nuestras esposas, nos casamos y un año más tarde tuvimos yo un niño y él una niña. Con 23 el dueño de la tienda se jubilaba y nos la traspasó. Cambiamos algunas cosas para mejorar y emprendimos como dueños.


Trabajar juntos se había convertido en algo cómodo, nos llevábamos bien, nos hablábamos bien e incluso sabíamos lo que pensaba el otro. De los siete días de la semana no había ni un día que no nos viéramos, ya fuera por trabajo, por los niños, nuestras mujeres. Nos encantaba estar juntos y que me propusiera hacer algo a solas como solíamos hacer hace tanto tiempo me removió cosas que creí tener bien guardadas.


Sábado


Deje a Luca con mis padres y me fui a buscar a Andrés. Salió de su casa sonriente y se montó.


  • No me lo creo.

  • ¿El que?

  • Tú y yo solos.

  • Trabajamos juntos por si no lo recuerdas.

  • Ya, pero no es lo mismo. El campo, el aire puro, charlar, caminar, comer.

  • Seguro que ya estás pensando en el bocata.

  • Ufffff como lo sabes.

  • ¿De qué es?

  • Tortilla de patatas y sobrasada.

  • Toma ya, ¿me darás un poco?

  • Un poco nada, te traje medio para ti.

  • Y yo a ti medio de jamón y tomate, ja, ja, ja.

  • Ja, ja, ja.


Nos miramos y continuamos riéndonos.


Llegamos y comenzamos andar colina abajo, colina arriba. El sol se escondía entre unas nubes y era de agradecer. Páramos unas cuantas veces a beber y a mear y continuamos. Llevábamos como tres horas de caminata y mirándonos buscamos con la mirada un buen sitio para tirarnos. Tiramos la manta sobre una zona con césped y sacamos las cosas.


  • Búa que hambre tenía.

  • Y yo, ¿cómo está?

  • De muerte.

  • ¿Verdad?

  • Buena mezcla sí.


Comimos y charlamos tranquilamente. Terminamos y nos quitamos el calzado, los calcetines y la camiseta. Nos pusimos cómodos y nos tumbamos. Estábamos mirando a la nada cuando Andrés removió cosas.


  • ¿Te acuerdas cuando veníamos tú y yo por aquí?

  • Claro que me acuerdo.

  • Parece que fue hace mil años.

  • Unos ocho creo.

  • Llevas las cuentas o que, ja, ja, ja.

  • No tonto solo que me acuerdo y ya esta.

  • Oye que no pasa nada.

  • Sé que no pasa nada.

  • Valeee… También solíamos pajearnos, ja, ja, ja.

  • Es verdad.

  • Me acuerdo la primera paja contigo. Que tendríamos quince o dieciséis años. Madre mía, no sé por qué me he puesto a recordar eso la verdad.

  • Fue en los aseos del instituto.

  • ¡Ostras!

  • Me fuiste a buscar porque tardaba y entraste sin más. Casi te doy una ostia, pero cuando me dijiste que entraste porque estabas preocupado lo entendí.

  • Joder que memoria.

  • Te conté que estaba muy empalmado y tú con toda tu naturalidad me dijiste que eso con una paja se solucionaba. Te la sacaste y comenzaste a cascártela delante de mí. Me la saque y terminamos los dos eyaculando sobre la taza cerrada.

  • Madre mía es verdad. Recuerdo que me contaste que era la primera vez que lo hacías delante de alguien. Eso me conmovió.

  • Era muy chulo, pero también muy vergonzoso, ya lo sabes.

  • Aún lo eres.

  • No tanto.

     *     Me encanta eso de ti.

  • Gracias.


Y después de contarnos esto y apoyados sobre un brazo la otra mano comenzó a tocarse el rabo por fuera del pantalón.


  • Y ya desde ahí no siempre pero nos pajeábamos un montón juntos.

  • Cierto. Entre que tú no tenías ni un ápice de vergüenza y que me molaba hacerlo así contigo pues supongo que surgió natural.

  • ¿Te molaba?

  • Si, ¿a ti no?

  • Sí, sí que me molaba sí.


Cerré los ojos y continué sobándomela, los abrí un poco y mirándole también se la estaba sobando.


  • Echo de menos muchas cosas, pero lo que más me molaba era la complicidad contigo y el estar desnudo delante de ti y sentirme tal y como soy.

  • Y yo, aunque supongo que es lo que tiene madurar.

  • Ya, que mierda.

  • Y lo de desnudarte sigue sin darte apuro.

  • Si soy un poco exhibicionista.


Levante el culo y me quite los pantalones y el slip dejándolos a un lado.


  • ¡Vaya!

  • ¿Qué?

  • Nada.


Me siguió y en menos de medio minuto estábamos los dos desnudos.


  • Para haber pasado tiempo seguimos teniendo buenos rabos.

  • Ja, ja, ja, los mismos, bobo.

  • De cuerpo sigues igual.

  • Bueno me cuido ya sabes y tu igual aunque con un poco de pancheta.


Estire el brazo y la pase por su tripa, la pase con todo detalle mientras su rabo me rozaba.


  • Y lo que me está costando, déjala que esta muy bien.

  • Lo sé, si tú estás bien eso es lo importante.


Me agarré el rabo y comencé a pajearme mientras miraba las hojas de los árboles moverse. Andrés se sobaba los huevos y se acariciaba bajo de ellos.


  • Seguimos los mismos patrones, ja, ja, ja.

  • ¿Cómo?

  • Cuando nos masturbábamos antes tú siempre te acariciabas los huevos y la ingle, yo en cambio me gusta jugar con el prepucio y ya me la agarro.

  • No lo había pensado nunca. Sabes, es hipnótico ver pajearse a otro tío.

  • ¿Te mola mirarme?

  • Sí, creo que siempre me molo.

  • No tenía idea.

  • Me fijaba en como te la agarrabas y en como te chupabas los dedos con saliva para mojarte el glande.

  • A mí me molaba también verte.

  • ¿De verdad?

  • Sí. Me gustaba ver tus largas piernas y fuertes, tus pies y esos huevos tan peludos y gordos. El pelo de tu pubis me parece bello.


Volví la mirada hacia arriba y continué pajeandome.


Durante un rato ninguno hablo, únicamente se escuchaba el sonido del viento y el plof plof de nuestros rabos en la mano.


  • Alguna vez…


Andrés se paró y me dejo frío.


  • ¿Alguna vez que?.— le pregunte.

  • Vas a enfadarte déjalo…


Se sentó apoyado en el árbol con las piernas cruzadas y bajo la cabeza. Me levante y me senté enfrente de él con las piernas abiertas, note como mis huevos tocaban los dedos de uno de sus pies.


  • Andrés.

  • Déjalo Dani.

  • ¿Por qué?

  • Porque son cosas que pensaba y que creí que no…

  • Andrés tal vez…

  • ¿Cómo?

  • Dímelo.

  • ¿Te hubiera gustado alguna vez tocarme?


Me lo dijo a la cara y una vez termino la pregunta subió la mirada.


  • Sí.


Le solté tajante.


  • ¿Tú a mí?

  • También.


Su mirada se volvió roja y le comenzaron a caer lágrimas. Separo las piernas y me metí entre ellas para abrazarlo.


Nos abrazábamos continuamente, incluso más de uno se metía con nosotros por eso, pero nos daba igual.


Esta vez era diferente y no solo por estar desnudos y empalmados, sino porque habíamos soltado cosas que llevábamos dentro y que nunca creímos que sacaríamos.

Continuamos abrazándonos, nuestras manos recorrían la espalda del otro y se la acariciaba. Andrés apoyo su cabeza en mi hombro. Tras soltarlo todo me beso en el cuello. Todo el vello de mi cuerpo se erizó y los huevos comenzaron a ponérseme a mil.


Seguimos un buen rato en esa postura, nuestros rabos duros se acariciaban también. Nuestras manos eran cómplices de nuestros pensamientos. Le bese el cuello y con una mano le agarre de la barbilla y mirándolo a los ojos le bese en los labios. Andrés lo recibió y seguidamente abrió la boca. Nuestras lenguas se encontraron y ya no podíamos parar. El rabo del otro golpeaba al del otro. Nos separamos un poco sin dejar de besarnos y buscando el rabo del otro lo agarramos con fuerza.


Era la primera vez que agarraba el pene de otro tío además la de Andrés que era grandota y gorda. Nuestros labios se separaron por un segundo para escupir sobre su rabo y continuamos comiéndonos la boca. Los dos éramos de barba de dos semanas y daba gusto sentir su roce contra mis labios. Nuestras manos ansiosas acariciaban todo a su alcance, no solo pajear, sino pasar la mano por su vello púbico, tocarle bien los huevos, acariciar su ingle, bajarle el prepucio y rozar su glande.

Estábamos a mil no podíamos parar de besarnos y de rozarnos. Juntamos nuestros rabos y soltando la suya él agarró ambos y comenzó a pajearnos. Nos soltamos los labios para dejar caer la cabeza sobre el hombro del otro y comenzar a gemir como condenados. Le busqué el cuello y se lo comí. El busco el mío y llegando a mi oreja me la comió. Su pene contra el mío era maravilloso. De vez en cuando soltábamos saliva y ya era un no parar de gemir. Levante la cabeza y busque sus pezones, como tenía las dos manos libres agarre con una mano uno y comencé a tirar de ellos con delicadeza.


  • Joder Dani…

  • ¿Te gusta?…

  • Mucho… bésame y no pares…


Le besé con ansia y continué acariciándole los pezones.


Ninguno de los dos tenía intención de correrse. Ya de jóvenes alargábamos las pajas. No sé por qué, pero aguantábamos un montón.


Le solté los pezones y besándolo de nuevo en los labios me fui separando un poco y fui bajando por su cuello. Soltó nuestros rabos y se echó para atrás apoyándose en el árbol. Pase mi lengua por sus pezones que ahora estaban rojos y los lamí.


  • Dani…


Baje hasta su barriga y se la acaricie con ambas manos. Le bese el ombligo y con la lengua baje hasta su vello púbico, metí los dedos entre él y disfrute de sentirlo por primera vez. Mi boca se abrió para recibir el pedazo rabo que tenía delante. Estaba medio descapullado y babeando. Me la metí en la boca y tras sacar los dedos de su pelo púbico se la agarré con las dos manos y me puse a lamerle el frenillo. Con las dos manos si y aún me sobraba un poco. Lleve una mano a sus huevos y con la otra comencé a masturbarlo mientras con la boca le comía la punta del rabo. Poco a poco fui metiéndomela más y más, pero era imposible meterse semejante rabo y sobre todo sin práctica aun.

Me la saque de la boca y sentí su mano agarrándome la barbilla y haciéndome mirarlo.


  • Dani.

  • Dime.


Se rio y acercándose a mí me beso. Me agarro por los sobacos y me coloco encima de él. Me senté sobre su tripa y notaba como su rabo rozaba mi raja del culo.


  • ¿Qué tal?

  • Bien, ¿tú?

  • Creo que no podría estar mejor.— me contesto pasando los dedos de la mano por mi pelo.

  • Ni yo.

  • Ahora me toca a mí.

  • Uhmmm

  • Túmbate.


Me beso y me levanté para tumbarme. Andrés se levantó y se colocó a cuatro patas encima de mí al revés. Después paso su lengua desde mi ombligo hasta mis rodillas y volviendo atrás se metió mi rabo de golpe en la boca. Yo tampoco voy sin rabo la verdad, pero no es el de Andrés soy consciente. Mi rabo entraba y salía de su boca entre saliva y jadeos. Yo estire los brazos hacia su culo y se lo acaricie. Le abrí las nalgas y disfrute de las vistas de su ano. Me chupe un dedo y lo lleve directo a él. Sacándose mi rabo de la boca se giró y mirándome sonrió. El continuo haciéndome la mejor mamada hasta el momento y yo continué pasando mis manos por el pelo de su culo y acariciando su ano. Tiene un ano bien oscuro, como sus huevos, muy peludo alrededor pero perfecto para mis ojos. Me chupé el dedo gordo mientras notaba como se metía mis huevos en la boca. Gimió de gusto y le metí el dedo de golpe. Soltó mis huevos y se metió mi rabo mientras yo le follaba el culo con mi dedo gordo.


Tras metérselo y notar que se secaba me lo volvía a meter en la boca para llenarlo de saliva pero no sin antes olerlo.


Tras dejarme todo el rabo y sentir como la saliva bajaba por mis ingles Andrés se colocó en cuclillas y agarrándome de las piernas me las llevo para atrás. Me agarré de los tobillos cuando sentí su lengua en mi ano y su culo pegado a mi cara. Tenía las manos ocupadas agarrándome los tobillos pero la boca bien libre. Pase la lengua por su ano y me deleite oliéndolo y saboreándolo. Andrés con sus dos manos me acariciaba y me trabajaba el culo. No me metió ningún dedo hasta bastante rato después de comérselo bien. Continuaba sintiendo la saliva recorrer mi espalda, no sabía que Andrés fuera tan baboso, y pensar en eso me puso aún más cerdo.


Sentí un dedo entrar dentro de mí y le mordí con cariño un cachete del culo. Tras un rato el dedo entraba solo y hasta noté entrar dos dedos. Ahora le estaba comiendo los huevos, que como su rabo era imposible meterse ambos en la boca. Andrés paro y levantándose se dio la vuelta y se tumbó sobre mí.


  • Dani joder…


Me acariciaba la cara y me besaba por todos lados. Lo recibía con cariño y con la misma ilusión que él.


  • Andrés.

  • Dime.


Me estaba comiendo el cuello y dándome besos.


  • Pesas un poco.


Se puso a mi lado y continuo besándome la cara.


Lo siento.

  • Nada, ven aquí…

Me puse de lado y amarrándolo con brazos y piernas le besé. Le besé con pasión, con furia, con deseo. Nos deseábamos tanto el uno al otro que estábamos desatados.


  • ¿Quieres…?

  • Y si te hago daño.

  • Inténtalo y si no pues para otro día.


Me sonrió y besándome me acaricio con sus grandes manos.


Me coloque a cuatro patas y tras sentir como con el rabo golpeaba la entrada note una presión que creí que me fueran a partir en dos. Respire hondo e intente relajarme, pero el dolor era superior a todo eso. Andrés sacó lo poco que metió y bajando hacia mi culo me lo acaricio con la lengua y me lo beso como mil millones de veces.


  • ¿Estás bien?

  • Si, pero no podía… era…

  • Tranquilo no pasa nada, no hay que hacerlo todo hoy.

  • Ya. Tenemos toda la vida.

  • ¿Te gustaría?

  • ¿El que?

  • Tener esto toda la vida.

  • Si, pero ya sabes que tenemos…


No me dejo seguir, pego sus labios a los míos y me hizo desconectar de nuevo.


  • Siéntate como yo antes.— me pidió.


Se metió entre mis piernas y agarrándome el rabo me miro y me lo lamió. Sonreí avergonzado y a la vez mega excitado. Bajo hasta mis huevos sin dejar de mirarme y sentí que se me salía el corazón. Me la comió y como ya había sentido antes me lleno de saliva. Se levantó y poniéndose sobre mí en modo sentadillas coloco una mano tras mi espalda y con la otra agarro mi pene y lo coloco en la entrada de su ano. Se echó más saliva en la mano y tras untárselo bien me la volvió agarrar y se dejó caer sobre ella.


  • Andrés no hace falta que…


Antes de decir nada ya sentí su culo apoyado en mi pubis. Me miro y sonrió.


  • Lo sé,  no tengo el mismo rabo que tú.

  • No sonrió por eso.

  • ¿Entonces?

  • Porque estoy deseando que sientas lo mismo que yo ahora mismo.


Me beso y sin dejar de besarme fue subiendo y bajando. Notar como mi rabo entraba y salía de su culo fue algo de lo que uno nunca se olvida. Su boca no se separaba de la mía igual que mi culo de su rabo. En sincronización iba metiéndosela y besándolo.


  • Andrés…

  • Dani…

  • Te quiero tanto… Ahhhh

  • Y yo a ti Dani, ahhhh

Se separó de mis labios y echándose para atrás coloco ambas manos en el suelo y continuo follándome. Le agarré el rabo y comencé a pajearlo al ritmo que él me iba montando.


  • Andrés creo que me…

  • Y yo tú sigue no pares… Ahhhh…


Note como nuestros cuerpos se comprimían y Andrés comenzó a soltar lefa como si fuera una fuente. Sin parar de pajearlo y viéndole la cara de gusto me corrí dentro del mientras él seguía y no paraba de sentirme dentro. Con su rabo en las manos llenas de lefa continué pajeandolo entre gemidos y convulsiones.


  • Ven aquí.— me dijo viniendo hacia mí y comiéndome la boca.


Nos besamos y recorrió mi cara con sus manos. Aún estaba dentro de él, no quería salir nunca.


  • Me quedaría aquí siempre.

  • Y yo.

  • Tienes lefa hasta en el pelo, ja, ja, ja.

  • Es que eres… ¿Cómo te llamaba cuando nos pajeábamos?

  • Lechero, ja, ja, ja

  • Eso eres un lechero.

  • Y encima llevaba sin correrme como días y sintiéndote así y después de esto y aquello, Ufffff solo de pensarlo y seguir sintiéndote dentro no puedo parar de sonreír.

  • Ja, ja, ja, ni yo.


Nos besamos y terminamos abrazados hasta que notamos como mi rabo salía de él.


Y así unidos nos quedamos un buen rato. Andrés se levantó y tumbándonos uno frente al otro cerramos los ojos y nos dejamos llevar por el agotamiento.


Nos despertamos al rato.


  • Hola.

  • Hola.

  • ¿Me mirabas?

  • Sí.

  • Me da vergüenza.

  • A ti, ja, ja, ja.


Se abalanzó sobre mí y terminamos de nuevo enrollándonos sobre la manta y empalmadísimos.


  • Me gusto comerte el culo.— le dije.

  • Y a mí.

  • ¿Qué te lo comiera?

  • También, pero comértelo. El mío es peludo, pero el tuyo es sin casi pelos, me ha molado mucho. Ahora que me lo recuerdas te lo voy a volver a comer.


Entre risas me busco el culo y abriéndome las piernas metió su boca en mi ano y me lo comió mientras yo me masturbaba. Sin dejar de comérmelo me fue metiendo varios dedos hasta que ya literalmente me estaba follando con ellos. Sus dedos entraban y salían de mí y su lengua me lamía los huevos. Sin parar de pajearme me comencé a correr y él buscando con la boca sin dejar de penetrarme se la metió en la boca mientras yo continuaba soltando lefa. Sin sacar los dedos me la agarro con la otra mano y me hizo una mamada tras corrida que “dios mío”. Saco los dedos de mí y llevándoselos a la nariz los olio.


  • ¿Huelen bien?

  • A ti.

  • Ja, ja, ja.

  • ¿Quieres olerte?

  • Uhmmm no.

  • ¿Por?

  • No sé, me gusta más olerme los dedos después de sacarlos de tu culo.

  • ¿A si?

  • Sí…


Se colocó sobre mí sin aplastarme y me beso.


  • Deberíamos pensar en irnos.

  • Ya.

  • Son las 6 a las 7 y media tengo que pasar por Luca.

  • Vamos a recoger.

  • Andrés.

  • Sí.

  • Ven un minuto.


Se puso de pie frente a mí y sujetándole la cara con ambas manos lo besé.


  • Todo lo que te he dicho hoy es cierto. Te quiero.

  • Y todo lo que dije yo también Dani. Te quiero.

  • Vamos despacio para intentar hacer el menor daño posible.

  • Eso va a ser difícil y lo sabes.

  • No sé de qué manera plantearlo sin que nadie salga perjudicado.

  • Solo hay una.

  • ¿Cuál?

  • Siendo sinceros.


Lo abracé llorando y el también lloro hasta que nos desahogamos y entre besos nos juramos ser fuertes.


Bajamos hacia el coche y antes de montarnos nos volvimos abrazar y a comernos la boca.


  • Estoy de nuevo empalmadísimo.

  • Ya lo siento.

  • Parecemos dos adolescentes, ja, ja, ja.

  • Un poco lo somos.

  • ¿Por?

Estamos haciendo lo que nos hubiera gustado hacer hace años, por eso creo.

  • ¿Nos equivocamos?

  • No lo sé, tal vez. Ahora ya da igual no podemos volver atrás.

  • Solo hacia delante.

  • Los dos.

  • Los dos.


Le dejé en su casa y fui a por Luca que me recibió con su actitud de siempre, alegría pura. Ese abrazo que me dio nada más verme me consoló más de lo que nunca él se pensaría. Hasta se soltó de mí diciéndome que estaba muy empalagoso, a lo que yo le conteste que ya sabe que lo soy y corrí tras él.


Me acosté tras una cena en familia y tras ese beso de buenas noches con mi mujer no pude cerrar los ojos. Tenía ganas de llorar de salir de allí corriendo, de llamar Andrés y de pedirle que me abrazara fuerte. Pero no, trague saliva y me concentre en recordar el día. Tarde en dormirme, pero lo hice por puro aburrimiento.


Domingo.


Mire el móvil y aún eran las 9 de la mañana, mi mujer descansaba plácidamente y de fondo el niño escuchaba la tele. Entre en WhatsApp y leí el mensaje de Andrés de hacia una media hora.


*Buenos días. Voy a hablar con Rocío hoy. ¿Qué te parece?


Medite unos minutos y tras mirar la cama con ella descansando le conteste.


*Buenos días. Bien yo también voy a hacerlo. Te quiero.

*Te quiero. Te escribo en un rato.


ANDRÉS


  • Vaya cara tienes cariño, parece que no hayas dormido nada.— me dijo Rocío.

  • Así ha sido.

  • Buenos días.— me dijo mientras se acercaba a besarme.

  • Buenos días.

  • Acuéstate hasta las dos no tenemos que irnos.

  • Es verdad la comida. No deja.

  • ¿Un café?

  • Doble.


Tras desayunar en familia me duché. Mi mujer estaba con cosas de la casa y la niña se había ido a casa de una amiga de la casa de al lado.


  • Rocío.

  • Sí.

  • Necesito un rato para hablar contigo.

  • ¿Estás bien?

  • No.

  • Andrés por favor no me asustes.

  • Vayamos al salón.


Nos sentamos y poniéndome frente a ella lo solté.


  • Rocío me he enamorado de Daniel.

  • ¿Qué?


Se levantó y mirándome muy de cerca me dijo.


  • ¿Estás de coña?

  • No.

  • Daniel, Dani, tu amigo, tu socio, tú…

  • Si ese Daniel.

  • Pero… ¿Desde cuándo sois gais?

  • Ni idea si te soy sincero.

  • ¿Y desde cuándo estáis juntos?

  • Desde ayer.

  • ¡Desde ayer¡No entiendo nada, ayer que estuvisteis juntos, ¿os habéis enamorado?

  • Sí.

  • Andrés… necesito que me expliques que pasa porque me está dando…

  • Rocío siéntate por favor.

  • ¡No me quiero sentar!

  • Vale. Como ya sabes Daniel y yo nos conocemos desde hace mucho. Él y yo, tú lo sabes, desde que nos conocimos somos inseparables. Algo ocurrió ayer que no sabíamos o que no quisimos mostrar hace años, que nos hizo darnos cuenta de que nos queremos.

  • ¿Y yo?

  • Te quiero, pero…

  • ¿Tu hija?

  • Con ella no cambia nada.

  • Ya… solo que ya no me quieres y quieres a Daniel, solo eso.

  • Rocío si hubiera sabido como hacerlo sin lastimarte de verdad que lo hubiera hecho, de verdad…


Las lágrimas se me caían de los ojos como puños. Rocío de verme llorar aunque estaba roja de ira comenzó a llorar y sin acercarse a mí se sentó y abrazándose por las rodillas continuo llorando.


Lloramos y me continuó preguntando y yo le contesté lo que sentía.


  • Si me enamore de ti, eso no cambia nada.

  • ¿Si ayer no te hubieras ido con Daniel?

  • Pues tal vez no estaríamos ahora así, o tal vez sí. No lo sé.


Sonó la puerta y fui abrir. La niña entró como una kamikaze hacia su madre y se tiró sobre ella.

Rocío no pudo dejar de llorar y la niña preocupada de verla así rompió a llorar. Terminamos los tres llorando.


  • Ana vete a tu cuarto y cámbiate.

  • Mama pero…

  • ¡Vete ya por favor!


Se fue.


  • Recogeré varias cosas y me quedaré en casa de mis padres. Necesito no verte y dejar de pensar.

  • Lo entiendo.

  • ¿Andrés?

  • Sí.

  • Tengo ganas de pegarte.

  • Hazlo.

  • Deja de ser tan bueno, me pone de muy mala ostia.

  • Me voy Rocío. Recoge y cuando estés preparada hablamos.


Quería abrazarla, pero su mirada me lo dijo todo. Busque una maleta y metiendo unas cosas que pille sueltas me fui. La niña se despidió de mí y me dijo al oído.


  • Te quiero papa.

  • Y yo a ti.


Cogí el coche y salí del pueblo. Aparque cerca de donde no pasaba nadie y salí a llorar y gritar.


DANIEL



Tras el mensaje bajé a darle un beso a Luca y a desayunar con él. Prepare unas tostadas, zumo y galletas oreo. El niño le encantaba el domingo porque podíamos gaurrear en el sofá y estar tirados, ya fuera viendo algo, haciéndonos cosquillas o viendo mierdas por el móvil.


No sé que hora seria y bajo Sandra.


  • Buenos días.— nos dijo dándonos un beso.

  • Buenos días.


Casi ni me salía la voz. Desayuno de pie mirando la televisión y se puso a fregar y a recoger. Me levante y la ayude. Luca se iba con el abuelo y luego íbamos nosotros a comer a su casa. Mi padre no tardó, solía ser hiperpuntual, yo no. Sandra estaba arriba y subí.


  • Hola.

  • ¿Podemos hablar?

  • Claro dime.


Mes ente en el borde de la cama y ella se sentó enfrente mío.


  • Me he enamorado de Andrés.


Zasca en toda la cara¡¡¡!


  • ¿Qué?

  • Que me he enamorado de Andrés…

  • Si te oí la primera vez… Peroo… Quiere… Andrés, Andrés nuestro Andrés…

  • Sí.

  • Pero, ¿cómo?

  • Ayer tras el paseo nos liamos y descubrimos que estábamos enamorados desde hacía tiempo, pero ninguno fue capaz de expresarlo, hasta ayer.

  • No me jodas Dani, no me jodas…

  • Lo siento de verdad…

  • Que os liasteis y os molo. Ahora estáis enamorados. ¿Y yo y Luca?

  • Os quiero, pero debo ser franco conmigo y con vosotros.

  • Claro franco, franquisimo…

  • Podía habértelo ocultado y llevar otra vida, además paso ayer, no hace meses ni años. Tú me conoces, soy incapaz de mentirte. Y también sabes que no somos felices, al menos yo.

  • Vale, no eres feliz y por eso buscaste en los brazos de Andrés consuelo, ya.

  • No para nada. No busque esto, ni siquiera sabia que lo sentía.

  • Dani vete por favor.

  • Recojo algo y me voy sí.


No dijimos nada más. No hacía falta. Recogí unas cuantas cosas que mete de aquella manera en una maleta y me metí en el coche. Arranque con furia y saliendo del pueblo vi el coche de Andrés y a el de rodillas con la cabeza metida entre las piernas. Frene en seco y corriendo fui a por él.


Me coloque tras él y lo abrace. Sus lloros y los míos se unieron en una desolación infinita. Nos levantamos y abrazándonos y besándonos nos miramos y nos dijimos de nuevo lo que queríamos escuchar toda la vida del otro.


  • Te quiero.

  • Te quiero.


Nuestros besos sabían a lágrimas amargas mezcladas con la ilusión de algo nuevo, de algo nuestro.


6 MESES DESPUÉS

Salí de trabajar y fui a por Luca y Ana. Andrés se quedó terminando unos trabajos y llegaría más tarde. Las caras de las madres aún eran de tristeza, me daban a los niños como si se los fuéramos a robar o algo. Los niños en cambio me abrazaban y subían al coche sin pensárselo y a veces incluso sin despedirse de sus madres. El acuerdo era una semana cada uno. Conseguimos que los pudiéramos tener la misma semana y era perfecto. Los recogíamos los lunes después de clase de casa de sus madres y el lunes siguiente los dejábamos en la escuela a primera hora. La semana que no los teníamos era nuestra. También cambiamos cosas en la empresa e incluso contratamos a un joven que nos ayudaba, cosa que nos hizo respirar un poco y tener más tiempo para nosotros y la semana de los niños aprovecharla al máximo.


  • Hola, ¿ya estáis en casa?.— me pregunto Andrés.

  • Si acabamos de llegar, los niños han subido encopetados a sus cuartos, ja, ja, ja.

  • Me imagino, ja, ja, ja. ¿Ya vieron la sorpresa?


De fondo se comenzaron a escuchar gritos de alegría.


  • Ahora mismo, ja, ja, ja.

  • Que guay, mándame fotos porfa.

  • Ahora mismo.

  • Te quiero.

  • Te quiero.

Subí y me encontré a cada uno en su cuarto mirando a todos lados.

Les habíamos pintado la habitación de su color preferido y además de ponerles unos pósteres de sus dibujos preferidos.


Me abrazaron me tiraron al suelo y terminamos jugando entre los tres a un poco de todo. Y entre tanto lanzaba fotos con el móvil con una cara de gilipollas que era para verme.


Mis abuelos tenían una casa que quedo abandonada cuando murieron y al no tener hermanos y mis padres no querían saber nada conseguí que me la dejaran. Era una casa antigua, fuera del pueblo. Tenía dos plantas y un jardín enorme delante y detrás. Una piscina pequeña estaba a un lado y una gran zona de árboles la rodeaba. Fueron meses de obras, pero mereció la pena.


Se preguntarán si todo está bien. Bueno, se nota tensión entre las familias e incluso gente que no nos habla, sobre todo la familia de nuestras exmujeres. Era de esperar, nosotros mantenemos nuestras vidas y seguimos trabajando como siempre, incluso a veces pienso que más.


La decisión de hacer de esto algo nuestro no era que nos diera igual la opinión de los demás, pero sí que teníamos claro que nuestra felicidad iba ante todo. Nosotros estábamos dispuestos a dialogar y a escuchar. Solo en tiempo pone todo en su lugar y así fue.


6 MESES MÁS TARDE


Me desperté y lo busqué con la mano entre las sabanas. No estaba. Me di la vuelta y miré la hora. 10:07. Buena hora de domingo. Me levante y tras mear y lavarme la cara me puse la bata y baje.


  • Peroo…


Andrés estaba en el salón, que previamente había retirado todo, y se encontraba desnudo sobre una manta rodeada de flores, comida y bebida. La chimenea chisporroteaba y mis ojos comenzaron a inundarse de la emoción. Se levantó y vino hacia mí.


  • Feliz aniversario.— me susurro al oído.

  • Ufffff que bobo, jajajá.— le decía mientras no podía parar de llorar.


El de verme se emocionó y venga los dos a llorar. Tras desahogarnos y besarnos me cogió la cara.


  • Te quiero.

  • Te quiero.

  • Ya que hace un frío de cojones he pensado que sería una buena manera de celebrarlo.

  • Me encanta.

  • Hay bocadillos de tortilla de patata y sobrasada.

  • En serio…


Me quite la bata y junte mi cuerpo desnudo al suyo. Nuestros labios húmedos se unieron igual que nuestros rabos duros y firmes. Llevándolo con cuidado hacia atrás lo coloqué sobre el sofá y le hice tumbarse. Le agarre de los pies que los tenía helados y se los bese mientras no dejaba de mirarlo. Él se masturbaba mientras mi lengua pasaba por cada uno de sus dedos.


  • Dani… joder…


Fui subiendo y me quede en sus huevos. Primero uno y luego el otro. Él continuaba masturbándose y jadeando más y más. Le dejé que siguiera y fui a sus pezones. Se los mordí y un grito salió de su boca junto a un primer chorro de lefa. Me miro y me dijo.


  • Entre lo caliente que estoy y como me estás poniendo me rebosa, ja, ja, ja.

  • Me encanta cuando te rebosa.


Me lance a su rabo y se la mame como sé que más le gusta. Mientras me di la vuelta y dejándole mi culo todo para él comenzó a meterme un dedo bien ensalivado. Sé que esa postura no le gusta para comerme el culo porque luego le duele el cuello, pero solo quería que me dilatara, aunque no me iba a hacer mucha falta.


  • Dani hoy tienes el culo super abierto.


Me saqué su rabo de la boca y buscando su mirada.


  • No sabes las ganas que tengo de meterme esto y no sacármela en todo el día.


Me miro con cara de sí por favor y dándome la vuelta me coloqué en cuclillas sobre él y me la metí de golpe, así sin anestesia. Grite como si de un aullido se tratara. Menos mal que no había vecinos, si no debían flipar con nosotros. Acercándome a la cara de Andrés lo besé y comencé a cabalgarlo. Su expresión cambio y eso me encantaba y me ponía mucho más cerdo. Sé que quería follarme pero aún no. Quería tener el dominio un rato, un buen rato. Sentir como con cada bajada de mi culo esa polla tan enorme entraba en mí y me hacía ver más que estrellas, universos y galaxias. Volvía a subir y bajar. Me eché hacia atrás y volví a chillar. Su rabo me daba en toda la próstata y creí morir de placer. Andrés acarándome el rabo ya más duro que una bisagra me lo meneo un poco y no tarde en comenzar a soltar lefa por todas partes, mientras no podía dejar de montarlo. Mire su cara de que estaba a punto y echándome hacia él le deje que terminara follándome y llenándome el culo de su lefa.


Un buen rato después yo aún seguía con su rabo dentro de mí. Nuestras pieles unidas por nuestras lefas y nuestras lenguas sin parar de besarnos y saborearnos.


  • Tengo hambre.— le dije.

  • Y yo.


Ronroneamos y levantándonos nos limpiamos un poco y nos tiramos sobre la manta.


                                                                           FIN





En BlancO y Negro