Blog personal sobre nudismo, erotismo y pornografía, gustos, contado en fotografías, relatos y experiencias. Gracias por todas las personas que comparten su contenido tan privado y puedo mostrarlo. Si alguno no desea que se muestren, las retirare de inmediato. Gracias y un fuerte abrazo. Personal blog about nudism, eroticism and pornography, tastes, told in photographs, stories and experiences. Thanks for all the people who share your content so private and I can show it. Thanks and a big hug.
11.1.25
ReLaTo. En lA dISCo
La música retumbaba en las paredes de la discoteca, envolviendo a la multitud en un ritmo incesante de luces y sonidos. "Éxtasis" era el club más popular de la ciudad, conocido por sus vibrantes noches y su atmósfera liberadora. La pista de baile estaba abarrotada de gente, moviéndose al compás de los beats electrónicos que el DJ mezclaba con maestría.
Adrián había decidido salir esa noche para despejarse después de una larga semana de trabajo. Con treinta años y una vida ocupada como arquitecto, no tenía muchas oportunidades para salir y divertirse. Después de un par de copas, sintió la necesidad de alejarse del bullicio y buscar un momento de respiro. Se dirigió a los aseos, esperando encontrar un poco de calma en medio del caos.
Al entrar, notó que el baño estaba sorprendentemente vacío, excepto por un hombre que se estaba lavando las manos en el lavabo. Tenía el cabello rubio y rizado, y una camiseta negra ajustada que resaltaba su figura atlética. Sus miradas se cruzaron brevemente en el espejo, y Adrián sintió una chispa de curiosidad.
Gabriel, el hombre del lavabo, levantó la vista y sonrió cortésmente antes de secarse las manos. Estaba allí para celebrar el cumpleaños de un amigo, pero había encontrado un momento para escapar de la multitud y recargar energías. A medida que Adrián se acercaba, Gabriel no pudo evitar notar lo atractivo que era, con su cabello oscuro y sus ojos penetrantes.
—Noche animada, ¿verdad? —comentó Adrián, buscando romper el hielo mientras se lavaba las manos.
—Sí, definitivamente lo es —respondió Gabriel con una sonrisa—. A veces necesito un descanso de tanto ruido.
Adrián asintió, secándose las manos.
—Lo mismo digo. Soy Adrián, por cierto.
—Gabriel —respondió, extendiendo la mano—. Un placer conocerte.
Se estrecharon la mano, y la electricidad del contacto físico hizo que ambos se sintieran un poco más conectados. La conversación continuó de manera fluida, como si se conocieran desde hacía tiempo. Hablaron de la música, de sus amigos y de lo que los había llevado a "Éxtasis" esa noche.
—¿Sueles venir aquí? —preguntó Adrián, interesado en saber más sobre Gabriel.
—De vez en cuando. Me gusta la música y el ambiente, pero no soy un habitual. ¿Y tú?
—Es mi primera vez aquí —admitió Adrián—. Quería probar algo diferente.
Gabriel sonrió, apreciando la sinceridad de Adrián.
—Pues elegiste bien. Este lugar tiene algo especial.
La conversación se detuvo brevemente cuando entró un grupo de chicos ruidosos. Adrián y Gabriel intercambiaron una mirada cómplice y decidieron salir del baño para continuar hablando en un lugar más tranquilo. Al salir, se dirigieron hacia una esquina menos concurrida de la discoteca, donde podían hablar sin tener que gritar.
Se encontraron con un sofá vacío y se sentaron, disfrutando del ritmo más suave de la música que llegaba a sus oídos.
—Así que, ¿a qué te dedicas? —preguntó Gabriel, genuinamente interesado.
—Soy arquitecto. Me encanta diseñar y crear espacios. ¿Y tú?
—Soy fotógrafo —respondió Gabriel—. Me encanta capturar momentos únicos y contar historias a través de mis fotos.
Adrián se inclinó hacia adelante, intrigado.
—Eso suena increíble. Siempre he admirado a los fotógrafos. Tienen una manera de ver el mundo que es muy especial.
—Gracias —dijo Gabriel, sonriendo—. Es una pasión que me llena de vida.
La conexión entre ellos se fue profundizando a medida que la noche avanzaba. Hablaron de sus sueños, de sus miedos y de las cosas que les apasionaban. La conversación fluyó de manera natural, sin esfuerzo, y ambos sintieron que habían encontrado a alguien con quien podían ser ellos mismos.
Después de un rato, la música cambió a un ritmo más lento y romántico. Gabriel miró a Adrián y le ofreció su mano.
—¿Te gustaría bailar?
Adrián sonrió y aceptó la mano de Gabriel. Se levantaron y se dirigieron a la pista de baile, donde se dejaron llevar por la música, moviéndose al compás del lento beat. La cercanía y la intimidad del momento hicieron que ambos se sintieran aún más conectados.
Mientras bailaban, Adrián se inclinó hacia Gabriel y le susurró al oído.
—No suelo hacer esto, pero me alegra haberte conocido.
Gabriel lo miró a los ojos, con una expresión que reflejaba sus propios sentimientos.
—Lo mismo digo. Esta noche ha sido especial.
La canción terminó, pero ellos siguieron abrazados, disfrutando del momento. Finalmente, decidieron salir a tomar un poco de aire fresco. Se dirigieron a la terraza de la discoteca, donde la ciudad se extendía ante ellos, iluminada por las luces nocturnas.
—Esta vista es espectacular —dijo Adrián, apoyado en la barandilla.
—Sí, lo es —respondió Gabriel, acercándose más a Adrián—. Pero lo mejor de esta noche ha sido conocerte.
Se miraron a los ojos, y sin decir una palabra más, se besaron. Fue un beso suave y lleno de promesas, un comienzo de algo que ambos sabían que podría ser muy especial.
A partir de esa noche, Adrián y Gabriel comenzaron a verse con frecuencia. Su relación creció, basada en la honestidad, la comunicación y el respeto mutuo. Compartieron muchos más momentos, desde cenas tranquilas hasta aventuras espontáneas.
Con el tiempo, se dieron cuenta de que habían encontrado algo único. Una conexión que iba más allá de lo físico, una relación que los hacía sentir completos y felices. Juntos, sabían que podían enfrentar cualquier desafío y construir una vida llena de amor y sueños compartidos.
La noche en el aseo de la discoteca había sido el inicio de una hermosa historia de amor, una historia que seguirían escribiendo juntos, día tras día, con cada risa, cada beso y cada nuevo amanecer.
-
VIERNES Tras no sé cuantos días nos vestimos. Los dos nos miramos y nos sentimos raros. No me gusta estar vestido.- me dice Miguel poniend...
-
El trabajo estaba siendo agotador y tras un turno de 12 horas mi cuerpo sudoroso pedía una ducha con urgencia, de normal me visto y aguant...
-
En la orilla del mar, bajo el cálido sol de verano, dos hombres se encontraron en una playa solitaria. Sus vidas se entrelazaron en un ins...