Blog personal sobre nudismo, erotismo y pornografía, gustos, contado en fotografías, relatos y experiencias. Gracias por todas las personas que comparten su contenido tan privado y puedo mostrarlo. Si alguno no desea que se muestren, las retirare de inmediato. Gracias y un fuerte abrazo. Personal blog about nudism, eroticism and pornography, tastes, told in photographs, stories and experiences. Thanks for all the people who share your content so private and I can show it. Thanks and a big hug.
11.10.25
RelAtO. BesOS
El piso de Lucía en Madrid era un torbellino de caos sensual. La fiesta por su cumpleaños había cruzado todos los límites: el techno retumbaba, el aire apestaba a cerveza derramada, y los cuerpos sudorosos chocaban en cada rincón.
Diego, con una camiseta empapada que se pegaba a su torso definido, dominaba la cocina con risas roncas y comentarios subidos de tono que hacían estallar al grupo. Sus ojos, sin embargo, buscaban a Marcos, apoyado contra una pared del salón con una cerveza tibia, exudando una calma peligrosa.
Marcos, con el pelo oscuro desordenado y una camiseta ajustada que marcaba sus brazos musculosos, desprendía un magnetismo crudo, su olor natural colándose como un anzuelo que atrapaba a Diego.
La noche, impulsada por el alcohol, se volvía cada vez más salvaje. En un juego de “verdad o reto”, el ambiente estaba al rojo vivo. Diego, con esa arrogancia que le salía tras varias copas, eligió “reto”. Lucía, con una sonrisa cargada de malicia, señaló a Marcos y dijo: “Bésalo. Hazlo sucio, que nos dejéis boquiabiertos. Y prueba sus sobacos, ¡a ver si te atreves!”. El salón explotó en gritos y silbidos.
Diego sintió un calor subirle por el pecho, pero no iba a rajarse. Marcos, con una mirada que mezclaba desafío y deseo, dio un paso hacia él.
El beso fue una explosión. Diego agarró a Marcos por la nuca, y sus labios se encontraron en un choque húmedo, crudo, casi animal. Sus lenguas se enredaron con urgencia, mientras Marcos deslizaba una mano por la cintura de Diego, clavándole los dedos con una presión posesiva. Cumpliendo el reto, Diego levantó el brazo de Marcos, exponiendo su sobaco húmedo, cubierto de vello oscuro que desprendía un olor salado, primario. Aspiró profundamente, dejando que el aroma le golpeara los sentidos como una droga. Marcos, sin quedarse atrás, escupió en el cuello de Diego, la saliva cálida deslizándose por su piel. Diego soltó un gemido, y los gritos de los amigos se desvanecieron; solo existían ellos, sus cuerpos y esa tensión que ardía.
Cuando se separaron, jadeantes, los ojos de Diego brillaban con deseo, y Marcos tenía una sonrisa torcida que prometía más. “Joder, eso fue porno”, gritó alguien, pero Marcos no esperó. Agarró a Diego por la muñeca y lo arrastró al pasillo, donde la penumbra y el olor a tabaco los envolvieron.
“No me mires así si no quieres que te rompa aquí mismo”, gruñó Marcos, empujando a Diego contra la pared.
“Prueba a ver”, respondió Diego, desafiante.
El segundo beso fue un incendio: lenguas enredadas, manos colándose bajo la ropa, arañando piel sudorosa. Marcos hundió la cara en el sobaco de Diego, lamiendo la piel sensible, mientras Diego, en un impulso, escupió en la mejilla de Marcos, un gesto que era tanto dominio como entrega. Marcos gruñó, sus ojos oscureciéndose de deseo, el olor de los sobacos, cargado de feromonas, despierta respuestas viscerales, y para Diego, inhalar el aroma de Marcos fue como encender una mecha. El spit kink, añade una capa de dominación o intimidad, y cada gota de saliva entre ellos era una marca de posesión mutua.
En el pasillo, la dinámica escaló. Marcos, con su mezcla de control y hambre, deslizó una mano por el pecho de Diego, bajando hasta el borde de sus vaqueros. Diego, con la respiración entrecortada, desabrochó el botón de los pantalones de Marcos, dejando que su mano explorara. El calor y la firmeza de su pene, duro bajo la ropa interior, hicieron que Diego jadeara. Era grueso, pulsante, y el roce de la tela no hacía más que intensificar el morbo. Marcos, en respuesta, apretó a Diego contra la pared, su mano encontrando el bulto en los pantalones de Diego, acariciándolo con una rudeza que lo hizo gemir.
Diego, en un impulso, escupió en su mano antes de volver a tocar a Marcos, usando la humedad para deslizar los dedos por su longitud, sintiendo cada vena, cada pulso. Marcos gruñó, su pene respondiendo con un movimiento que delataba su excitación.Pero la exploración no se detuvo ahí. Marcos, con un brillo travieso, deslizó una mano por la espalda de Diego, colándose bajo sus vaqueros hasta rozar la piel sensible de sus nalgas. Sus dedos, audaces, encontraron el contorno de su ano, presionando ligeramente, probando su reacción. Diego, sorprendido pero excitado, soltó un gemido gutural, sus caderas empujando hacia atrás instintivamente. El contacto, aunque ligero, era eléctrico, una mezcla de vulnerabilidad y placer que los conectaba aún más. Diego, no queriendo quedarse atrás, imitó el gesto, sus dedos explorando la cintura de Marcos hasta encontrar la piel entre sus nalgas.
Tocó con cuidado, pero con intención, sintiendo la calidez y la tensión de su cuerpo. Marcos, con un jadeo, respondió escupiendo en la nuca de Diego, la saliva resbalando mientras sus dedos se aventuraban más, rozando con más firmeza, casi como una provocación.
Para Diego y Marcos, tocar sus penes era una forma de reclamar y ceder al mismo tiempo. La humedad de la saliva, combinada con el sudor, intensificaba cada roce, haciendo que la fricción fuera más intensa.
Para Diego y Marcos, rozar esa zona era un acto de confianza y exploración, una forma de empujar los límites de su intimidad.La dinámica entre ellos era fluida, un juego de poder donde Marcos, con su actitud dominante, disfrutaba de guiar, sus dedos explorando el ano de Diego con una mezcla de firmeza y cuidado, mientras Diego, provocador, respondía con toques audaces en el pene y el ano de Marcos, desafiándolo a perder el control. Cada movimiento era una negociación: Diego apretando la base del pene de Marcos, sintiendo cómo se endurecía aún más, mientras Marcos, con un dedo húmedo de saliva, presionaba suavemente el ano de Diego, arrancándole un gemido que resonó en el pasillo..
El olor de sus sobacos, la saliva en sus pieles, el calor de sus penes y la intimidad de sus anos creaban una sinfonía sensorial. Cada toque, cada roce, era una conversación sin palabras, una danza de deseo donde el placer físico se mezclaba con el morbo de lo prohibido.La fiesta seguía a metros de distancia, pero Diego y Marcos estaban atrapados en su propio universo. Sus manos, sus bocas, sus cuerpos hablaban de una necesidad que no se agotaba en un beso o un roce. Sus penes, duros y sensibles, eran el centro de su deseo, pero la exploración de sus anos añadió una capa de vulnerabilidad y conexión que los llevó al límite. Esa noche, entre el sudor, la saliva y el calor de sus cuerpos, descubrieron que sus fetiches y su conexión física eran una puerta a algo más profundo: una entrega total, sin miedo al juicio, donde cada parte de ellos, desde sus sobacos hasta sus anos, era un mapa para explorar sin reservas.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
vArIeDaD De PeNes
Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.
-
VIERNES Tras no sé cuantos días nos vestimos. Los dos nos miramos y nos sentimos raros. No me gusta estar vestido.- me dice Miguel poniend...
-
El trabajo estaba siendo agotador y tras un turno de 12 horas mi cuerpo sudoroso pedía una ducha con urgencia, de normal me visto y aguant...
-
En la orilla del mar, bajo el cálido sol de verano, dos hombres se encontraron en una playa solitaria. Sus vidas se entrelazaron en un ins...










