6.4.24

RelAto. SuS pIeS





 Nada más entrar por la puerta de la habitación, lo primero que hacemos los dos es quitarnos las zapatillas y tirarlas a un lado.


  • Hago un pis y pasas.- me dice Raúl haciendo movimientos de que se mea.


Me río, me tiro al suelo y me quito los calcetines, primero uno y lo huelo, luego el otro y lo huelo. Siento cómo la polla se me pone un poco morcillona. Miro las zapas de Raúl y se me hace la boca agua, escucho cómo mea y rápidamente agarro una de sus zapas y me las llevo a la cara, inhalo con fuerza mientras el olor entra en mí y me embriaga, siento ahora la polla más dura.


  • ¿Qué haces?


Tiro la zapatilla.


  • Nada.


Me mira y me sonríe.


  • Estabas oliéndolas, ¿a qué sí?

  • No...

  • Venga dímelo, que no pasa nada.

  • Sí.

  • ¿Huelen bien?

  • A mí me parece que sí.


Raúl recoge su zapa y se la lleva a la cara, la huele durante un rato y me mira.


  • Es un olor fuerte, pero no es nada desagradable, a ver las tuyas.


Le tiro una de las mías y hace lo mismo y me mira.


  • Las tuyas huelen mejor.

  • ¿Sí?

  • Toma.


Me las lanza y agarrándola la huelo, la he olido millones de veces, incluso me he masturbado oliéndolas y hasta me he masturbado con ellas y dentro de ellas.


  • ¿Puedo preguntarte algo?

  • Claro.


Se quita los calcetines delante de mí y me mira sonrojado.


  • ¿Te gustan mis pies?


JODER, que si me gustan sus pies, pues claro que me gustan, desde que nos convertimos en adolescentes y nos creció la polla y los pies, he soñado millones de veces con sus pies, además verlos tan a menudo no ayuda. Le miro y asiento. Se sienta enfrente de mí muy cerca.


  • Desde cuando...

  • Desde los 12 más o menos...

  • Vaya.

  • Solo mis pies o hay algo más que...

  • Raúl...

  • Sé que te cuesta hablar conmigo, pero necesito hablar de esto.

  • ¿Por qué?

  • Porque tal vez me ayudes a mí también.

  • ¿Por?

  • Tal vez soy mucho más tímido que tú.

  • No lo eres.

  • Contigo y con los amigos, me has visto alguna vez marcar ficha o algo.

  • No.

  • Me gustas.


Bajo la cabeza y siento cómo los ojos se me llenan de lágrimas y aguanto todo lo que puedo por contenerlas.


  • Y tú a mí.


Le miró y saltó a llorar desconsoladamente. Raúl viene y, sentándose pecho con pecho, me abraza hasta qué pasados unos minutos me calmo un poco. Siento su mano por mi pelo y la otra mano acariciándome la espalda. Se separa un poco de mí y, mirándonos muy de cerca, me sonríe.


  • Mejor.

  • Sí, gracias.

  • ¿Llevas mucho con esto guardado?

  • Mucho.

  • Y yo, pero no sabía cómo te lo ibas a tomar y...


Le beso para que se calle, la habitación comienza a darme vueltas y lo único que siento es su lengua jugando con la mía, sus labios más calientes que los míos, su pecho pegado al mío, su rabo también pegado al mío.


  • Madre mía —le digo acariciándole la cara.

  • Exactamente.

  • Que bien besas.

  • Tú también.

  • Siento tú...

  • ¿polla?

  • Sí, ja, ja, ja.

  • Ya la has visto antes.

  • Cierto y eso no ayudaba mucho.

  • ¿Por?

  • Pues por qué después me tiraba días hipercachondo imaginándome cosas.

  • ¿Como cuáles?

  • Me da vergüenza.

  • Venga y luego te digo yo las mías.

  • Pues.... que juntábamos las pollas y nos masturbaba a los dos, que te comía la polla, los sobacos, y por supuesto los pies.


Me tapo la cara de la vergüenza que estoy pasando.

  • Mírame porfa, ja, ja, ja.

  • Estoy muy salido.

  • No más que yo, yo me imaginaba teniéndote a cuatro patas y comiéndote el culo.

  • Vaya.

  • Hay más, te follaba y te pedía que te corrieras en mi polla.

  • Buahhh.

  • Ja, ja, ja.

  • Estoy mal.

  • Espera.


Me levanto y le doy la mano para levantarse. Una vez los dos de pie, me quito la camiseta y los pantalones de deporte con el slip quedándome en pelotas. Raúl me mira y me sigue, ya desnudos me siento y el pegado a mí. Agarró su polla con la mía y, sin dejar de mirarlo, nos masturbó.


  • Deseaba tanto tocártela...

  • Y yo que lo hicieras...ahhh…

  • Vaya dos.

  • Si vaya dos.


Nos besamos y no dejo de masturbarnos con una mano que me cuesta tener las dos. Nos besamos y soltamos precum, cosa que aprovecho para bajarnos el prepucio y ahí es cuando los dos lo sentimos y pegándonos fuertemente para besarnos, siento cómo nos corremos los dos a la vez dejándome la mano llena de lefa. Las suelto y mirando la mano nos reímos.


  • Vaya lefada.

  • Es superespesa como la mía.

  • A veces me sale más líquida, no sé por qué.

  • Porque te pajeas tanto que ya no te queda lefa, ja, ja, ja.

  • Serás bobo.


Nos besamos.


  • ¿Alguna vez la probaste?

  • No, ¿Tú?

  • Si varias veces.

  • ¿Te gusto?

  • No me desagrada, ¿quieres?

  • No... ja, ja, ja.


Se levanta y sale corriendo hacia el baño, le persigo con la mano llena de lefa y le pillo metiéndose en la ducha, le obligo a abrirme la mampara pero después de lavarme las manos. Me abre y entro, aún tenemos los dos, las pollas bien duras, nos besamos y, sin pensármelo, me agacho y me la meto en la boca. Le escucho gemir y cómo se pega a la pared, la saco por un momento para admirarla y disfruto de por fin tenerla en mi mano y en mi boca. Le hago tal mamada que, en unos minutos sin dejar de chupársela, siento cómo se viene dentro de mi boca y disfruto de ese momento tanto que no podría describirlo.


  • Joder...

  • Increíble.


Me besa y se agacha a chupármela también, se golpea con ella en la boca varias veces y me río, me parece una escena totalmente surrealista. Se la mete en la boca y como él, tras varios minutos de chupármela, consigo eyacular, pero no en su boca sino en su pecho.


  • Por ahora no me va mucho eso.


Me acerco a él y, sacando la lengua, le lamo mi lefa del pecho.


  • Más para mí.

  • Ja, ja, ja, estás fatal.

  • Estamos.

  • Cierto.

  • ¿Ducha?

  • Siiii...


Salimos de la ducha y tras secarnos nos vestimos y nos tiramos sobre la cama.


  • ¿Ahora qué? —le preguntó a Raúl.

  • Pues como siempre, pero con besos, mamadas, pajas...

  • ¿Tan normal?

  • No sé, ¿no te parece normal?

  • Uhmmm...no lo sé.

  • Ven aquí.


Me quedo en su pecho y con las piernas enlazadas con las suyas, siento sus dedos pasar por mi pelo, como el calor que desprende me relaja y el sentir sus latidos me calma. Acaricia sus pies con los míos y me rio a la vez de volver a excitarme, subo la cabeza y lo beso, para después separarme un poco y mirarlo.


  • Gracias.

  • ¿Por?

  • Por ponérmelo tan fácil.

  • De nada.


Nos besamos.


Cuando uno es adolescente, los miedos están constantemente sobre uno, los complejos, la aceptación, lo que debes y lo que no debes hacer, la responsabilidad, y muchas cosas más que gestionar.


Haber estado enamorado de Raúl durante tantos años, no fue fácil, pero ahora me doy cuenta de que debía ser así. No me imagino a nosotros hace unos años, éramos muy críos, aún lo somos, pero la edad nos hace estar un poco más centrados, al menos eso creo yo.


Ahora, después de unos meses, me doy cuenta de que de todo a lo que le tenía miedo eran imaginaciones mías. Estamos sentados en la hierba con los amigos y estoy tumbado sobre Raúl mientras él me acaricia el pelo. Mis amigos se lo tomaron de lo más normal y nuestras familias también.


Es difícil creer que todo puede salir bien viendo siempre dramones gays donde parece que no hay otro camino que el de seguir la norma, ¿Qué norma y qué cojones?

Bueno, al menos creo que todo esto va cambiando, aunque sea muy poco a poco, pero aquí seguiremos para luchar y reivindicar nuestro espacio y lo más importante, nuestra libertad.


FIN




En BlancO y Negro