1.11.25

RelAto. El día que nos enamoramos, parte 1

David y Jorge eran amigos de la infancia, habían crecido juntos en el mismo vecindario y compartido innumerables aventuras. Con el paso de los años, su amistad se había fortalecido, y a pesar de las distancias y las diferencias, siempre encontraban la manera de reunirse. Ahora, ya en la adolescencia, su relación había evolucionado, y ambos sentían una atracción mutua que ya no podían ignorar.

Una tarde de verano, mientras el sol se ocultaba detrás de las montañas, David invitó a Jorge a su casa. Los padres de David habían salido, dejándolos solos en la tranquilidad de la casa. David, con una sonrisa traviesa, sugirió a Jorge que exploraran juntos algo nuevo. Jorge, curioso y confiado, aceptó sin dudar.

Subieron a la habitación de David, un espacio que reflejaba la personalidad desordenada pero creativa de su dueño. David cerró la puerta con llave, asegurándose de que nadie los interrumpiera. Se miraron a los ojos, sintiendo cómo la tensión y la anticipación llenaban el ambiente.

“¿Estás seguro de esto?” preguntó Jorge, con una mezcla de nerviosismo y excitación.

“Más que seguro,” respondió David, acercándose a su amigo. Se inclinaron hacia adelante, y sus labios se encontraron en un beso suave y exploratorio. Las manos de David encontraron el camino hacia la cintura de Jorge, mientras que las de Jorge se posaron en los hombros de David, sintiendo la firmeza de sus músculos.

Se despojaron de sus ropas lentamente, disfrutando de cada momento, cada roce de piel. David, más atrevido, guió a Jorge hacia la cama, donde se recostaron juntos, sus cuerpos entrelazados. Las manos de David comenzaron a explorar el cuerpo de Jorge, acariciando su pecho, su abdomen, y finalmente, llegando a su entrepierna. Jorge suspiró, sintiendo cómo el deseo crecía en su interior.

Con una mezcla de ternura y pasión, David tomó el miembro de Jorge en su mano, sintiendo su calor y firmeza. Comenzó a mover su mano lentamente, observando cómo Jorge cerraba los ojos y se perdía en el placer. Jorge, a su vez, no se quedó atrás y buscó el miembro de David, correspondiendo al gesto con la misma intensidad.

Los movimientos se volvieron más rápidos, más intensos, mientras ambos se perdían en el éxtasis del momento. Los suspiros y gemidos llenaban la habitación, creando una sinfonía de placer compartido. David y Jorge se miraron a los ojos, viendo en ellos el reflejo de su deseo y su conexión.

El clímax llegó como una ola poderosa, arrastrándolos a ambos en un torrente de sensaciones. Se abrazaron fuertemente, sintiendo cómo sus cuerpos temblaban con el éxtasis. David y Jorge se quedaron así, abrazados, disfrutando de la paz que sigue a la tormenta de la pasión.

Cuando finalmente se separaron, ambos sonrieron, sabiendo que habían compartido algo especial, algo que fortalecería aún más su amistad. Se vistieron lentamente, intercambiando miradas cómplices y caricias suaves. La noche avanzaba, pero ellos se sentían como si el tiempo se hubiera detenido en ese momento perfecto.

“Gracias,” susurró Jorge, antes de que ambos se dirigieran a la puerta.

“Siempre,” respondió David, con una sonrisa.

Salieron de la habitación, listos para enfrentar el mundo con una nueva comprensión de sí mismos y de su relación. Sabían que, sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían ese momento, esa conexión, para recordar y atesorar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

aXiLas