Años después, el destino volvió a reunir a Victor y Jordi en circunstancias igualmente inesperadas. Ambos habían seguido con sus vidas, pero el recuerdo de aquel día en la habitación de Victor nunca se desvaneció completamente. Ahora, más maduros y con una comprensión más profunda de sus deseos, se encontraron cara a cara, desnudos y listos para explorar de nuevo el terreno del placer compartido.
Victor, ahora un hombre en la cúspide de su carrera, se encontraba en una conferencia en una ciudad lejana. El evento había terminado por el día, y se dirigía a su habitación de hotel cuando se topó con Jordi en el ascensor. Ambos se quedaron sin palabras, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y reconocimiento. El tiempo parecía haber detenido su curso, y en ese instante, el pasado y el presente se entrelazaron.
“Victor,” susurró Jordi, su voz apenas audible. “No puedo creer que seas tú.”
“Jordi,” respondió Victor, una sonrisa lenta y significativa apareciendo en su rostro. “Ha pasado mucho tiempo.”
El ascensor llegó a su piso, y ambos salieron, sus pasos sincronizados como si el tiempo no hubiera pasado. Se dirigieron a la habitación de Victor, y una vez dentro, la tensión sexual que habían sentido años atrás volvió a surgir, más intensa y urgente.
“¿Te acuerdas de ese día?” preguntó Jordi, su voz ronca por el deseo.
“Cada detalle,” respondió Victor, acercándose a Jordi. “Y creo que ambos sabemos a dónde nos lleva esto.”
Con movimientos lentos y deliberados, comenzaron a desvestirse el uno al otro, sus manos explorando cada centímetro de piel como si estuvieran descubriendo un nuevo territorio. La ropa cayó al suelo, formando un rastro de deseo que los llevó hasta la cama.
Victor, con una sonrisa traviesa, empujó suavemente a Jordi sobre el colchón, su cuerpo cubriendo el de su hermano. Sus labios se encontraron en un beso profundo y apasionado, sus lenguas enredándose, explorando, recordando. Las manos de Victor recorrieron el cuerpo de Jordi, acariciando, apretando, despertando cada terminación nerviosa.
Jordi, con un gemido, se arqueó contra Victor, sus caderas buscando más contacto. Victor, respondiendo a la invitación, se movió entre las piernas de Jordi, su erección dura y lista. Con un movimiento fluido, se deslizó dentro de Jordi, ambos gimieron de placer, sus cuerpos moviéndose en sincronía.
El ritmo comenzó lento, permitiendo que cada sensación se intensificara, cada toque se volviera más significativo. Victor se movía con una habilidad adquirida con el tiempo, sus caderas girando, sus embestidas profundas y constantes. Jordi, con las manos enredadas en el cabello de Victor, lo instaba a ir más profundo, más rápido.
“Más,” susurró Jordi, sus ojos fijos en los de Victor. “Te necesito más.”
Victor obedeció, aumentando el ritmo, sus movimientos más urgentes, más desesperados. El sonido de sus cuerpos chocando llenaba la habitación, mezclándose con sus gemidos y jadeos. El placer se acumulaba, una oleada de sensaciones que los consumía a ambos.
Victor, con un gruñido, cambió de ángulo, golpeando un punto dentro de Jordi que lo hizo gritar de placer. Jordi, con las uñas clavadas en la espalda de Victor, se dejó llevar, su cuerpo temblando con la intensidad del orgasmo. Victor, sintiendo las contracciones alrededor de su erección, se liberó también, su semen caliente derramándose dentro de Jordi.
Se quedaron así, sus cuerpos entrelazados, sus respiraciones entrecortadas y sus corazones latiendo al unísono. El mundo exterior había desaparecido, dejando solo el momento, la conexión, el placer compartido.
Finalmente, con movimientos lentos, se retiraron, sus cuerpos aún temblando con las réplicas del éxtasis. Se acurrucaron juntos, sus brazos y piernas entrelazados, sabiendo que, aunque sus caminos se separaran de nuevo, este momento quedaría grabado en sus memorias para siempre.
“Te he extrañado,” susurró Jordi, sus dedos trazando patrones en la espalda de Victor.
“Yo también,” respondió Victor, dándole a Jordi un beso suave en la frente. “Y siempre estaré aquí, esperando.”
Con una sonrisa, cerraron los ojos, dejando que el sueño los reclamara, llevándolos a un lugar donde solo existían ellos, en un mundo de placer y conexión, un secreto que compartían y atesoraban.
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