25.10.25

reLAto. HerMaNoS parte 1

Victor se encontraba en su habitación, una tarde tranquila en casa, con la puerta entreabierta. El sol de la tarde se filtraba a través de las cortinas, creando un ambiente cálido y acogedor. Sentado en su silla de escritorio, con la computadora encendida pero ignorada, Victor se dejó llevar por sus pensamientos. Su mente divagaba, imaginando escenas que solo existían en su fantasía, y su cuerpo respondía con un creciente deseo.

Con movimientos lentos y deliberados, Victor desabrochó su cinturón y bajó la cremallera de sus vaqueros. Su mano se deslizó dentro de sus boxers, encontrando su erección ya lista y palpitante. Comenzó a acariciarse, sus ojos cerrados, sumergido en su propio mundo de placer. El roce de su piel contra la suya era electrizante, y cada movimiento de su mano lo acercaba más al éxtasis.

De repente, un ruido en la puerta lo sacó de su trance. Abrió los ojos, su corazón latiendo con fuerza, y vio a su hermano Jordi asomándose por la rendija de la puerta. Jordi, con sus ojos abiertos de sorpresa, no apartaba la mirada. Victor, en lugar de sentirse avergonzado, sintió una oleada de excitación. La situación era inesperada, pero también irresistible.

“Jordi,” susurró Victor, su voz ronca por el deseo. “Cierra la puerta.”

Jordi obedeció, entrando en la habitación y cerrando la puerta detrás de él. Sus ojos nunca dejaron a Victor, y su respiración se aceleró. Victor, sin dejar de acariciarse, le hizo un gesto a Jordi para que se acercara. Jordi, con pasos lentos y cautelosos, se acercó al escritorio, sus ojos fijos en la mano de Victor moviéndose dentro de sus boxers.

“¿Qué… qué estás haciendo?” preguntó Jordi, su voz temblorosa.

“Lo que tú también quieres hacer,” respondió Victor, una sonrisa traviesa en su rostro. “Ven aquí.”

Jordi se acercó aún más, hasta que estuvo de pie junto a Victor. Con una mano temblorosa, Jordi alcanzó a Victor, tocando su pecho desnudo. Victor, con un gemido, se inclinó hacia adelante, capturando los labios de Jordi en un beso profundo y apasionado. Sus lenguas se enredaron, explorando, saboreando, mientras sus manos se movían con urgencia.

Victor rompió el beso, sus ojos fijos en los de Jordi. “Tócame,” susurró, guiando la mano de Jordi hacia su erección. Jordi, con una mezcla de nerviosismo y excitación, tomó el lugar de Victor, sus dedos envolviendo la dura longitud. Victor gimió, echando la cabeza hacia atrás, disfrutando de la sensación de la mano de Jordi sobre él.

Jordi comenzó a mover su mano, imitando los movimientos de Victor, aprendiendo rápidamente lo que le gustaba. Victor, con una sonrisa, se inclinó hacia adelante, sus manos trabajando en los vaqueros de Jordi, liberando su propia erección. Jordi, con un gemido, se dejó llevar, su cuerpo respondiendo al toque de Victor.

Ambos se masturbaban ahora, sus manos moviéndose en sincronía, sus respiraciones entrecortadas llenando la habitación. El sonido de sus gemidos y el roce de su piel eran un coro de deseo, una sinfonía de placer. Victor, con una mano, acariciaba el pecho de Jordi, sus dedos jugueteando con sus pezones, haciendo que Jordi se estremeciera de placer.

“Más rápido,” susurró Jordi, sus caderas moviéndose al compás de la mano de Victor. “Quiero sentirte más.”

Victor obedeció, acelerando sus movimientos, su mano trabajando con más urgencia. Jordi, con un gemido, hizo lo mismo, su mano moviéndose más rápido, más fuerte, llevándolos a ambos al borde del éxtasis.

El clímax llegó como una ola, arrastrándolos a ambos en su intensidad. Victor, con un grito ahogado, se liberó, su semen caliente derramándose sobre su mano y el escritorio. Jordi, con un gemido profundo, lo siguió, su cuerpo temblando con la fuerza de su orgasmo. Se quedaron así, sus cuerpos sacudiéndose con las réplicas del placer, sus respiraciones entrecortadas y sus corazones latiendo con fuerza.

Finalmente, con movimientos lentos, se retiraron, limpiándose con pañuelos de papel. Victor, con una sonrisa, se inclinó hacia adelante, capturando los labios de Jordi en un beso suave y tierno. Jordi, con una risita, respondió, sus manos enredándose en el cabello de Victor.

“Guau,” murmuró Jordi, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y satisfacción. “Eso fue… increíble.”

“Sí, lo fue,” respondió Victor, acariciando la mejilla de Jordi. “Pero tenemos que mantener esto en secreto, ¿de acuerdo?”

Jordi asintió, sus ojos fijos en los de Victor. “Prometo que no le diré a nadie. Este es nuestro secreto.”

Victor sonrió, sintiendo una ola de afecto y protección hacia su hermano. “Gracias, Jordi. Significa mucho para mí.”

Jordi se inclinó hacia adelante, dándole a Victor un beso suave en la mejilla. “Lo sé. Y yo también te quiero.”

Con una sonrisa, Jordi se levantó, ajustándose la ropa. “Será mejor que vuelva a mi habitación. No queremos que nadie sospeche.”

Victor asintió, observando a Jordi salir de la habitación. Se recostó en su silla, una sonrisa satisfecha en su rostro. El secreto estaba a salvo, y el recuerdo de ese momento de conexión y placer permanecería con ellos, un lazo especial que solo ellos compartían.

Los días siguientes pasaron en una neblina de normalidad, con ambos hermanos actuando como si nada hubiera cambiado. Pero en las noches, cuando se encontraban solos en sus habitaciones, sus pensamientos volvían a ese momento, a la intensidad del placer compartido, al secreto que ahora los unía.

Victor, mientras se preparaba para dormir, no podía evitar sonreír al recordar la expresión de Jordi, la forma en que su cuerpo había respondido al toque, el sonido de sus gemidos. Era un recuerdo que atesoraría, una experiencia que había cambiado su relación de una manera profunda y significativa.

Jordi, por su parte, se encontraba en su propia habitación, su mente llena de imágenes de ese día. La forma en que Victor lo había mirado, la intensidad de su toque, el sonido de su voz susurrando en su oído. Era algo que nunca había experimentado antes, y sabía que lo cambiaría para siempre.

Ambos hermanos, en sus propias habitaciones, se tocaban a sí mismos, recordando el placer compartido, sabiendo que, aunque estaban separados, estaban unidos por un secreto, un momento de conexión que nadie más podía entender.

Y así, con el secreto a salvo y el recuerdo de su encuentro grabado en sus mentes, Victor y Jordi continuaron con sus vidas, llevando consigo la memoria de ese día, un día en el que el deseo y el placer los habían unido de una manera inesperada y profundamente satisfactoria.

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