19.10.24

ReLaTo. Perdonando 1ª parte.






 Hola me llamo Fran, encantado de conoceros, tengo 20 años, soy moreno de pelo muy corto, llevo gafas de pasta porque no veo nada de lejos y me gusta la cerveza y el baloncesto, gracias al baloncesto tengo un cuerpo bastante bonito. No lo he dicho, estudio derecho en la universidad y ahora mismo en medio minuto que voy paseando por la Uni va a cambiar mi vida por completo.


  • Lo siento perdona.


Un golpe en el brazo me hace perder la carpeta que llevaba en el brazo sujeta y me agacho a recoger los papeles.


  • Tranquilo, no pasa na...


Me estoy levantando del suelo con los papeles en la mano y es ver su cara y me echo un poco hacia atrás.


  • Perdona de nuevo... ¿Nos conocemos?

  • Yo creo... que...no.

  • Tú ibas al cole de La Macarena.


Intento darme media vuelta cuando escucho mi nombre.


  • Fran, tú eres Fran.


Se acerca a mí y me vuelvo a echar hacia atrás.


  • Perdona no pretendía...

  • Será mejor que me vaya.

  • Si yo también debería irme.

  • Adiós.

  • Adiós.


Voy caminando deprisa y el corazón me late más rápido que cuando llevo más de media hora jugando al básquet. Me meto en uno de los aseos y me siento sobre la taza del váter.


  • Aquí no, por qué....


Lloro de rabia y tras unos minutos para tranquilizarme me bajo los pantalones y el slip y me masturbo hasta que tras eyacular me siento más relajado.


Pasan los días y no lo vuelvo a ver, suspiro y se lo agradezco al universo. Estoy en la cafetería haciendo cola, al menos tengo diez personas delante, lo que significa que llegaré a la última clase con la fruta que toque hoy en la garganta.


  • Hola.


No me quiero girar, reconocería esa voz hasta debajo del agua.


  • Entiendo que no quieras hablar conmigo.


Sigo sin girarme.


  • Te prometo que he trabajado mucho en ello, tampoco esperaba encontrarte aquí, comencé este año.


Ando un poco y sigo sin girarme.


  • Lo siento, de veras que lo siento, no sé si alguna vez seré yo mismo capaz de perdonarme lo que te hice.


En ese momento siento rabia, aprieto los puños y mira que no soy agresivo, pero....


  • Lo siento, no te molestaré más, si no te importa me quedaré aquí, tengo hambre.


Ando un poco más y comienzo a coger la bandeja y el resto de cosas, lo siento detrás, pero hago como si no existiera nadie más en el mundo.


  • ¿Pollo o pescado?


Estoy en mi mundo maldiciéndolo.


  • Hola... ¿Pollo o pescado?.- me pregunta la cocinera.

  • Perdona, pollo, gracias.


Busco un sitio, pero está bastante llena la cafetería, veo un sitio y me siento con otra gente y como es la vida que justo delante de mí se levantan dos personas y quien viene con su bandeja, él. Estoy a punto de levantarme cuando él.


  • Me voy yo, quédate.


Le miro a los ojos y de pronto le veo los ojos rojos.


  • Siéntate.- le pido.


Deja la bandeja, se sienta y se pasa las manos por los ojos, me mira para después no levantar la cabeza del plato hasta que se lo termina todo y se va sin decir nada. Yo termino de comer y por supuesto que no fui a la siguiente clase, termine en el aseo masturbándome y en mi cabeza solo estaba la imagen de su cara con los ojos rojos y unos labios que nunca me pare a observar.


Pasan los días y no lo vuelvo a ver, suspiro y a la vez no sé por qué me preocupo, soy de esos gilipollas que cuando alguien te hace algo malo, voy yo después y siento lástima por él, en mi mundo se llama ser un gilipollas y así es como me siento. Inconscientemente, le busco y sigo sin entender por qué, pero es así. Por fin un día lo veo sentado en un banco y me acerco a él.


  • ¿Tienes fuego?


Levanta la cara y al verme se queda pálido con sus labios rosados y perfectos.


  • Toma.

  • Gracias.


Me enciendo un cigarro y él baja la cabeza y sigue leyendo algo.


  • ¿Cómo lo llevas?

  • Bueno...

  • El primer año es el peor, luego solo quieres dejarlo cada día.


Me mira y se muerde el labio superior para después soltar una pequeña e ínfima sonrisa.


  • Venga ha tenido gracia.

  • Ja, ja, ja.


Vale, me lo merezco.


  • No sé si seré capaz de perdonarte, es algo de lo que llevaba tiempo sin pensar hasta que te vi de nuevo.

  • Lo entiendo.

  • Pero....


Levanta la cara y me mira sorprendido.


  • Podríamos... no sé, ir poco a poco y hablar de ello, creo que es de la única manera en la que se curara.

  • ¿Querrías?

  • Sí, creo que sí.


Vuelve a bajar la cabeza y veo como caen lágrimas sobre sus papeles, me agacho y le pongo la mano sobre una pierna, no digo nada, solo estoy allí, con él. Se limpia los ojos y se suena los mocos y yo sigo ahí. Me mira e intenta sonreír, pero no le sale y vuelve a llorar, yo estoy ahí. Me levanto al rato y le ofrezco mi mano.


  • Vamos ven.


Me la agarra y se levanta.


  • ¿Dónde...?

  • Yo a por un café, ¿tú?

  • Un café no estaría mal.


Tiene los ojos rojos y la punta de la nariz también, y esta vez sí que me mira y saca una sonrisa que nunca había visto y que me parece preciosa.


Nos hemos estado viendo casi todos los días durante este último mes, como quien no quiere la cosa uno espera al otro y antes de entrar a clase nos tomamos un café. Sé que estaréis sorprendidos, yo lo estoy más, os lo prometo, pero no sé qué me pasa con el que sueño hasta con él, me pajeo pensando en el y los fines de semana que es cuando no lo veo, nos escribimos.


  • ¿En qué piensas?.- me pregunta.

  • Nada, solo que este fin de semana damos en mi casa una fiesta-cena y vamos a invitar a pocas personas y quería saber si tú..querías..

  • Claro iré.

  • ¿Estamos bien?

  • Creo que sí, ¿te preocupa algo?

  • Bueno... preocuparme no, pero es que llevo semanas...


Me suena la alarma del móvil.


  • Bueno, te dejo que llego tarde.

  • Vale adiós.


Salgo disparado hacia clase, soltando aire y pensando de la que me había librado. Los dos días siguientes tomamos café y ni me pregunto nada de aquello, cosa que agradecí, porque realmente no sabría qué decirle, bueno si “mira que no paro de pensar en ti, además cuando lo hago se me pone la polla como un mástil y voy a cinco pajas diarias y..” Vale, debo hablar con él.





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