Unos días después me contó emocionado que el tal Roberto le había dicho que también sentía algo por él, a lo que acontecieron sesiones de sexo, de verles morreándose hasta por las esquinas y yo ya lo viví como algo natural que tenía que pasar. Roberto no era tan mal tío, incluso se unió al nudismo y ya era normal verlo desnudo por la casa, cosa que agradecí por qué tenía un cuerpo muy bonito y un culo que madre mía.
Hola Julio, perdona.- me dice Roberto tapándose con el trapo de la cocina.
¿Qué pasa?
No te oí entrar y bueno...
Me acerco un poco y quitándose el trapo le veo la polla morcillona.
Ahhhh tranquilo...
Será por no estar acostumbrado.
Así es, a mí a veces me pasa que estoy en el sofá viendo algo y empiezo a tocarme la polla y cuando me doy cuenta la tengo toda dura.
Ja, ja, ja, si el otro día me paso con Pedro viendo una peli.
Lo ves y por mí no hay problema.
Me toco la polla y me la pongo morcillona.
Ves, vamos igual.
Ja, ja, ja, ya me aviso Pedro que eras un buen tío.
Lo soy, por cierto, ¿dónde está?
Bajo a por cena.
Ahhh.
Me cojo un vaso y agarrando la botella de agua me lo lleno, me doy la vuelta y veo a Roberto mirándome y pajeándose.
¿Qué haces?
Pajearme.
Ya eso ya lo veo, ¿por qué?
Me la has puesto más dura aún.
Ahhh…
Intento salir de la cocina, pero se pone en medio, le miro y siento su mano agarrándome la polla, con poco que me la toca se me pone bien tiesa, nos miramos y él aparta la mirada y se agacha para meterse mi polla en la boca, me la está comiendo un microsegundo cuando oigo la puerta cerrarse, Roberto se levanta y se va al aseo y yo allí en la cocina con la polla tiesa y babeándome su saliva, me doy la vuelta y me pongo a fregar.
Hola Julio.
Hola, ¿qué tal?
Bien, ¿Roberto?
Creo que en el baño.
Ahhhh.
¿cenas con nosotros?
No tranquilo, querréis estar solos.
Noto como se acerca.
Eres tonto, compre para los tres y deja eso que esta semana me toca a mí.
Miro hacia abajo y me veo la polla morcillona, pero no como la tenía hacía medio minuto, me doy la vuelta y le ayudo con la cena.
Cenamos los tres, una cena de lo más incómoda, yo no paraba de mirar a Roberto y de pensar si le diría algo a Pedro, Roberto no paraba de mirarme y Pedro no paraba de hablar, de no sé qué que había pasado, en no sé donde.
Pedro cállate un segundo, por favor.
Me callo, perdone usted.
Roberto, mientras estabas abajo comprando la cena, me toco la polla y se agachó a comérmela.
A Pedro se le desencaja la cara.
¿Es eso cierto?.- le dice a Roberto.
Roberto agacha la cabeza.
Róber, joder Róber.
Me mira.
Y tú...
Yo te prometo por la vida de mis padres que no he buscado esto.
Me mira para después de mirarme fijamente a los ojos volver a mirar a Roberto.
Vete.
De verdad que no...
Me da igual, vete.
Pedro se levanta de la mesa y Roberto va detrás y yo me quedo allí, expectante. Oigo como chillan y como uno de ellos llora, Roberto, entran al salón y Pedro, que lleva cosas en las manos, abre la puerta de la casa y las tira fuera.
Vete.
Voy desnudo.
Te vistes fuera.
Pedro... por favor...
Adiós Roberto.
Miro la cara de Pedro y me dan ganas de ir a abrazarlo. Miro a Roberto como lentamente va saliendo de nuestra casa, una vez fuera Pedro da un portazo tras de él para después apoyarse en la puerta y romper a llorar, me levanto y voy a él, le acaricio la espalda y sin esperarlo me abraza con fuerza mientras continúa llorando, le consuelo y le beso en la cabeza, al cabo de un rato de llorar sale de entre mis brazos y con los ojos rojos me pregunta:
¿Puedes dormir conmigo?
No le contesto, solo le beso en la frente, me acerco a la mesa y le doy una servilleta.
Nos metemos en la cama tras recoger e ir al aseo, uno frente al otro de lado, me coge la mano y me la acaricia.
Gracias.- me dice antes de cerrar los ojos y de yo apagar la luz.
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