3.8.24

ReLaTo. De cUaNdo Nos CoNOcIMOS eN El HOSpiTAl.

 




En la fría madrugada de un lunes cualquiera, el doctor Alejandro Méndez iniciaba su turno en el Hospital Central de la ciudad. Alejandro, un hombre de 35 años, dedicado y apasionado por su trabajo, caminaba por los pasillos iluminados por la tenue luz de emergencia. Era conocido por su profesionalismo y por el trato humano que brindaba a cada uno de sus pacientes. Alto y de porte atlético, con ojos marrones y una sonrisa cálida, Alejandro era una figura familiar y reconfortante para muchos.


Esa misma noche, Joaquín Sánchez ingresaba a urgencias. Joaquín, de 32 años, había sufrido un accidente automovilístico mientras regresaba a casa del trabajo. Con heridas leves, pero dolorosas, fue trasladado rápidamente al hospital. Joaquín era diseñador gráfico, conocido por su creatividad y su sensibilidad artística. Era un hombre de cabello castaño claro y ojos verdes, que siempre había encontrado en el arte una forma de expresión.

Alejandro fue el médico encargado de atenderlo. Cuando entró en la sala de urgencias, encontró a Joaquín recostado en la camilla, con una expresión de dolor pero también de valentía.


Hola, soy el doctor Méndez. ¿Cómo te sientes? —preguntó Alejandro con una voz calmada y reconfortante mientras evaluaba las heridas de Joaquín.

Un poco adolorido, pero creo que estaré bien —respondió Joaquín, intentando sonreír a pesar del dolor.



Alejandro notó la valentía en los ojos de Joaquín y comenzó a realizar su trabajo con la eficiencia que lo caracterizaba. A lo largo de las siguientes horas, Alejandro se aseguró de que Joaquín recibiera el mejor tratamiento posible. Durante el proceso, ambos intercambiaron algunas palabras, iniciando una conversación que, aunque breve, fue suficiente para sembrar la semilla de una conexión especial.

Los días pasaron y Joaquín se recuperaba lentamente. Alejandro, siempre atento a sus pacientes, visitaba a Joaquín todos los días para revisar su progreso. En cada visita, la conversación se volvía más personal y profunda. Hablaron de sus vidas, sus sueños, sus miedos. Alejandro le contó sobre su pasión por la medicina y Joaquín le habló sobre su trabajo en diseño gráfico y su amor por el arte.

Un día, mientras Joaquín estaba en el jardín del hospital disfrutando del sol, Alejandro se acercó y se sentó a su lado.



Sabes, Joaquín, en mis años de médico he conocido a muchas personas, pero contigo siento algo diferente —dijo Alejandro, mirándolo directamente a los ojos.


Joaquín, sintiendo un nudo en la garganta, respondió:


Yo también siento lo mismo, Alejandro. Nunca pensé que podría encontrar a alguien tan especial en una situación como esta.


Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando de la compañía del otro. Ese fue el inicio de algo nuevo y hermoso.

Una tarde, mientras Alejandro y Joaquín paseaban por el jardín del hospital, Joaquín se detuvo y miró a Alejandro con una mezcla de nerviosismo y resolución.



Alejandro, hay algo de lo que me gustaría hablar contigo —dijo Joaquín, tomando una profunda respiración.

Claro, Joaquín. ¿Qué sucede? —respondió Alejandro, preocupado pero dispuesto a escuchar.

Bueno, es sobre nosotros... sobre cómo nos sentimos. Desde que te conocí, he sentido una conexión muy fuerte. Sé que podría ser prematuro, pero quería ser honesto contigo sobre mis sentimientos y, también, sobre mi sexualidad.


Alejandro se quedó en silencio por un momento, dándole a Joaquín el espacio para continuar.


Soy gay, Alejandro. Lo he sabido por muchos años y estoy en paz con ello. Pero no sé cómo te sientes tú al respecto, y no quiero poner en riesgo lo que hemos construido hasta ahora.


Alejandro tomó la mano de Joaquín y le sonrió.


Joaquín, agradezco tu sinceridad. Y quiero que sepas que también soy gay. He sido discreto sobre ello debido a mi trabajo y las circunstancias, pero no quiero ocultarlo más, especialmente no contigo.


La revelación de Alejandro sorprendió gratamente a Joaquín, quien sintió una oleada de alivio y felicidad.



¿De verdad? —preguntó Joaquín, sin poder contener una sonrisa.

Sí, de verdad. Desde el primer momento en que te vi, supe que había algo especial entre nosotros. Y estoy dispuesto a explorar esta relación, si tú también lo estás.


Joaquín asintió, con los ojos brillando de emoción.


Por supuesto que sí, Alejandro. Quiero ver a dónde nos lleva esto.


Con el tiempo, Joaquín fue dado de alta, pero la conexión entre ellos no se desvaneció. Alejandro y Joaquín comenzaron a salir y su relación se fortaleció con cada día que pasaba. Descubrieron que compartían no solo intereses, sino también una profunda comprensión y apoyo mutuo.

Un día estaban en casa de Alejandro, llevaban quedando hace unos días y se sentaban en la mesa de la terraza a charlar, de vez en cuando uno se acercaba al otro y se besaban, para después continuar hablando, en uno de esos momentos Alejandro se colocó la polla muy descaradamente y Joaquín lo miro como lo hacía, él se dio cuenta y se puso colorado.


  • Lo siento, es que me... molestaba.

  • Tranquilo.

  • Estoy un poco...

  • ¿Cachondo?

  • Así es.


Joaquín se levantó de la mesa y se puso delante de Alejandro, se levantó un poco la camiseta y dejó ver en sus pantalones una gran erección bajo unos pantalones grises deportivos que dejaban poco a la imaginación.


  • Vaya.

  • Me gusta ir cómodo por casa.

  • Me gusta.


Alejandro estaba hipnotizado por ese pedazo de bulto en los pantalones de Joaquín y sintió cómo su polla pretendía salir de los pantalones.


  • Estoy... dijo antes de alzar la mano y ponerla sobre la polla de Alejandro.


Sintió bajo la tela una buena cantidad de carne, le masturbó sobre la ropa y con la otra mano se desabrochó el pantalón y bajándose el slip liberó su rabo.


  • Vaya, tú tampoco andas descalzo, ja, ja, ja.

  • Uhm...


Alejandro tiró de la goma del pantalón y se los bajó hasta más abajo de las rodillas, liberando esa polla tan deliciosamente apetecible. Se la agarró con la mano y disfrutó, sintiendo y viendo cómo sobresalía bastante de su mano y eso que su mano era grande, le bajó el prepucio y le dio un lametón a unas gotas de precum que le salían. Joaquín se quitó la camiseta y gimió al sentir la mano y la lengua de Alejandro por su polla erecta.


Ya en el salón, tras hacerle una increíble mamada Alejandro a Joaquín, Joaquín está de rodillas entre las piernas de Alejandro, haciéndole él también una mamada que no olvidaría nunca. La polla de Alejandro era sorprendentemente gorda y lo pudo verificar al intentar metérsela entera en la boca y ser incapaz.


  • Joder, Alex, qué gorda la tienes.

  • ¿No te gusta?

  • •¡Me flipa!


Alejandro sonrió.


  • Además de tus huevos, madre mía, estos huevos le decía acercándose a ellos y lamiéndoselos.

  • Ahhh, ¿no son demasiado grandes?

  • Nunca nada es demasiado grande, ja, ja, ja.


Se metió un huevo en la boca y después el otro, mientras no dejaba de masturbarlo, subió con la lengua hasta su glande bien descapullado y se la comió como pudo, porque volvió a intentar metérsela entera y ni de coña. Joaquín, tras varios minutos de paja-mamada, se incorporó y junto a su polla con la de Alejandro.


  • Menuda diferencia —dijo Joaquín masturbándolos.

  • La mía es más gorda y la tuya más larga, ja, ja, ja.

  • Tiemblo por mi culo, sinceramente.

  • ¿Lo hiciste alguna vez?

  • Sí, ¿tú?

  • También.

  • ¿Más pasivo o más activo?

  • Pues... depende del día y con quién supongo.

  • Yo igual.

  • Versátiles, mucho mejor.

  • Uhmmm… Sentir esto dentro debe ser...

  • Ufff estoy que me corro...

  • Yo también, ahhh…

  • Acelera un poco... así...


Comenzaron a eyacular, y la polla y el vientre de Alejandro terminaron llenos de lefa por todas partes. Joaquín soltó ambas pollas y le lamió toda la lefa que encontraba pasando la lengua.


  • Uhmmm... qué delicia.

  • ¿Te gusta?

  • No es mi sabor favorito, pero sí.

  • Ja, ja, ja, me alegro de que te guste.

  • ¿A ti no te mola?

  • No mucho.

  • Me parece bien.

  • Aunque alguna vez podría hacerlo.

  • No es necesario, sino que te gusta.

  • Ven aquí.


Nos comemos la boca.


  • Si a ti te gusta, no me importa, en serio.


Joaquín le sonríe y se sienta sobre él. Se besan y se dan mimos para después terminar en la ducha.


Cenaron relajadamente y tras ello Alejandro pretendía irse, hasta que Joaquín se desnudó delante de él y se fue camino del dormitorio, a lo que Alejandro no tardó en desnudarse y seguirlo. Joaquín se tiró sobre la cama y Alejandro reptó por su cuerpo hasta ponerse sobre él. Se besaron y sintieron la erección del otro.


  • Quiero que me hagas el amor, le dijo Joaquín a Alejandro mientras le besaba el cuello.

  • Será un placer.


Continuaron besándose hasta que Joaquín se colocó a cuatro patas y sintió las manos y la lengua de Alejandro por su culo y ano, y cómo trabajó Alejandro ese ano, hacía tiempo que Joaquín no tenía casi un orgasmo solo comiéndole el culo. Alejandro tenía varios dedos metidos en el culo de Joaquín y con la otra mano le masturbaba como si ordeñara una vaca lechera.


  • Alex... por Dios... métemela.


Alejandro sonrió y, sacando sus dedos del esfínter, se colocó y enfilo su rabo hacia esa nueva abertura, apretó y sintió la calidez de ese ano, tuvo que parar porque casi se corre antes de empezar.


  • ¿Estás bien?

  • Sí, es que ha sido meterla y sentir que me corría.

  • Tranquilo, así me hago más tiempo a la idea de lo que me vas a meter, ja, ja, ja.

  • Ja, ja, ja.


Alejando pasa una mano por su espalda y le acaricia el cabello, se siente mejor y comienza de nuevo a meterla, cuando ya la tiene hasta el fondo.


  • ¿Bien?

  • Increíble, deberías probarlo con tu polla, ja, ja, ja.

  • Con la tuya me conformo, ja, ja, ja.


Alejando baja hasta el cuello de Joaquín y le besa mientras la saca poco a poco, y antes de sacarla del todo la vuelve a meter y así besándolo y follándolo comienzan a sentir ambos uno de los placeres más grandes del universo.


Joaquín está boca arriba con sus piernas sobre las de Alejandro. Alejandro no deja de acariciarlo y de acercarse a besarlo mientras no deja de empotrarlo. Joaquín está en la gloria sintiendo ese pedazo de polla dentro de su cuerpo, es la primera tan grande que se mete y está sorprendido hasta el mismo de que le esté sentando tan bien.


  • Me gustas tanto, le dice Alejandro mientras la mete y la saca lentamente.

  • Y tú, a mí, estoy a punto de...ahhh... correr...me

  • Y yo.

  • Dale más fuerte.


Alejandro le agarra de las piernas con fuerza y, tras varias embestidas, ambos sienten el orgasmo a la vez. Uno se llena el pecho de su lefa y el otro le llena el culo. Sin dejar de penetrarlo, Alejandro continúa tras eyacular metiéndosela, cosa que Joaquín agradece.


  • Madre mía...

  • No la saques aún.

  • Vale.


Alejandro se tira sobre él y, con cuidado de no sacarla, lo besa.


  • Increíble, eres, increíble.

  • No tanto como tú.


Lo folla durante un rato más mientras se besan hasta que la polla se relaja un poco y sale por sí misma, se acomodan en la cama y se enlazan con los brazos y las piernas.


  • Deberíamos ducharnos, dice Alejandro.

  • No un rato más.

  • Vale, lo besa en la frente.

  • Alex.

  • Sí.

  • Ha sido increíblemente satisfactorio.

  • Me alegro.

  • Comes el culo y lo follas de una manera... Ufff.

  • Es fácil teniendo lo que tienes.

  • Y tu polla... Dios...

  • Toda tuya.


Joaquín mira a Alejandro y le sonríe para después caer en su pecho.


  • Me quedo vale.

  • Si, porfa.

Alejandro le besa y cierra los ojos.


Unos meses después, decidieron hacer un viaje juntos para celebrar la recuperación de Joaquín y el inicio de su relación. Eligieron un destino tranquilo y pintoresco en las montañas, donde podrían disfrutar de la naturaleza y de la compañía mutua sin distracciones.

Durante una caminata por un sendero boscoso, se detuvieron en un mirador con una vista impresionante del valle. El sol estaba comenzando a ponerse, pintando el cielo de tonos naranjas y rosados. Alejandro tomó la mano de Joaquín y lo miró con seriedad.


Joaquín, he estado pensando mucho en nosotros, en cómo nos conocimos y en lo que hemos compartido desde entonces. Siento que este es solo el comienzo de algo maravilloso.


Joaquín, sintiendo lo mismo, sonrió y asintió.


Yo también lo creo, Alejandro. No puedo imaginar mi vida sin ti ahora.


Alejandro se arrodilló en el suelo, sacando una pequeña caja de su bolsillo.


Joaquín, quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Te casarías conmigo?


Joaquín, con lágrimas en los ojos, asintió y respondió:


Sí, Alejandro. Sí, quiero casarme contigo.


Ambos se abrazaron mientras el sol se ocultaba en el horizonte, prometiéndose amor y compromiso mutuo.


Se besaron y sintieron la necesidad de frotarse el uno contra el otro con sus rabos.



  • Estamos...

  • Sí...

  • ¿Aquí?

  • No hay nadie.



Alejandro se quitó la camisa y Joaquín también la suya. Continuaron besándose y se bajaron el uno al otro el pantalón y el slip, cada uno con la polla del otro en la mano y sin dejar de masturbarse continuaron durante bastante rato.


  • Ojalá me follaras aquí, le dice Alejandro.

  • ¿Quieres?

  • Mucho.

  • Pero no tenemos... ahhh... lubricante.

  • Date la vuelta y quítate toda la ropa.


Alejandro también se desnudó y besó la espalda de Joaquín.


  • Agáchate como si quisieras agarrarte los tobillos.


Ahora tenía el culo bien abierto de Joaquín, bajó a comérselo y tras un buen rato sintió que estaba a punto de correrse. Se corrió en la raja del culo de Joaquín y con la mano libre recogió toda su lefa.


  • Ya tenemos lubricante. Le enseñó la palma de la mano con su lefa.

  • Vaya buena idea.


Alejandro se dio la vuelta y se embadurnó el ano con su lefa y lo demás en la polla de Joaquín. Joaquín se colocó detrás y, enfilando su rabo, apretó contra el cuerpo de Alejandro y sintió cómo entraba en él hasta sentir que ya no daba para más. La sacó y la metió así varias veces hasta que pilló ritmo y se lo folló.


  • Joder, Joaquín...siii...


Alejandro se apoyó en un árbol cercano y levantó una pierna que rápidamente sujetó a Joaquín. La penetración ahora era más profunda y disfrutaron los dos por igual.


Joaquín continuaba follándoselo y Alejandro gemía y se mordía la mano. Joaquín le acariciaba y le decía cuánto le quería mientras le comía la oreja y el cuello. Alejandro le dijo que también y que estaba siendo el mejor polvo de toda su vida. Joaquín no dejaba de sonreír de lo feliz que estaba y no solo por estar follándose al hombre de su vida en mitad de la naturaleza y casi de noche; era un cúmulo de emociones. Aceleró las embestidas y sintió apoyándose en Alejandro como le llenaba el culo con su lefa. Le folló un buen rato más y, sacándola, se agachó y le comió el culo que no dejaba de soltar lefa.


  • Un Polvazo para recordar, le dice Alejandro tras besarlo.

  • Te quiero.

  • Y yo a ti.

  • Nos vamos a casar...

  • •! Siiii!


Sonrieron y se comieron la boca.


Con el paso del tiempo, Alejandro y Joaquín construyeron una vida juntos llena de amor, comprensión y respeto. Su relación fue una inspiración para quienes los rodeaban, demostrando que el amor verdadero puede encontrarse en los momentos más inesperados y en los lugares más improbables. Alejandro y Joaquín demostraron que, cuando dos almas están destinadas a encontrarse, nada puede impedir su unión.

Meses después de su compromiso, Alejandro y Joaquín comenzaron a planificar su boda. Querían una ceremonia íntima, rodeados de familiares y amigos cercanos. Eligieron una pequeña capilla en las afueras de la ciudad, un lugar que ambos habían visitado y que les había encantado por su tranquilidad y belleza.

El día de la boda llegó, y la capilla se llenó de risas y lágrimas de alegría mientras Alejandro y Joaquín intercambiaban votos sinceros y emotivos. Ambos prometieron amarse y apoyarse mutuamente en todas las circunstancias, recordando siempre el camino que los había llevado hasta ese momento.

Después de la ceremonia, se celebró una recepción en un jardín cercano. La decoración era simple, pero elegante, con flores frescas y luces colgantes que creaban una atmósfera mágica. Los invitados disfrutaron de una deliciosa cena y brindaron por la felicidad de los recién casados.

En un momento de la noche, Alejandro y Joaquín se encontraron solos en un rincón tranquilo del jardín. Se miraron a los ojos, recordando todas las dificultades y alegrías que habían compartido.


Joaquín, nunca pensé que encontraría a alguien como tú. Me has cambiado la vida de una manera que no puedo describir —dijo Alejandro, tomando la mano de Joaquín.

Y tú has hecho lo mismo por mí, Alejandro. No puedo esperar a ver qué nos depara el futuro juntos —respondió Joaquín, sonriendo.


Ambos se abrazaron, sintiendo la certeza de que su amor era verdadero y duradero. Sabían que la vida no siempre sería fácil, pero estaban dispuestos a enfrentar cualquier desafío juntos.

Con el tiempo, Alejandro y Joaquín construyeron una vida llena de amor, aventuras y crecimiento personal. Viajaron a diferentes partes del mundo, exploraron nuevas pasiones y hobbies, y siempre encontraron la manera de apoyarse mutuamente. Su relación fue un testimonio de que el amor puede surgir en los lugares más inesperados y que, cuando se encuentra a la persona adecuada, todo es posible.

La historia de Alejandro y Joaquín es una prueba de que el destino puede jugar un papel importante en nuestras vidas y que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo. Juntos, demostraron que la clave para una relación exitosa es la honestidad, la comunicación y el compromiso mutuo, valores que les permitieron construir un amor duradero y profundo.

Al final de sus vidas, Alejandro y Joaquín se miraron con la misma ternura y amor que compartieron desde el primer día. Sabían que habían encontrado algo especial, algo que pocas personas tienen la suerte de experimentar. Y, a medida que cerraban los ojos, sabían que su amor perduraría más allá del tiempo y la distancia, un amor eterno que siempre los uniría.




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